Bases USA en Okinawa |
Otro gran articulo que les comparto que describe la realidad que vive la población con las bases de Estados Unidos que llevan 66 años ocupando gran parte de la Isla, adicional datos de 2007 indican que Japón pago 2,000 millones de dólares a Estados Unidos por las Bases por un acuerdo llamada “nación huésped”.
-***-
Todo es
alambre de púas, advertencias y puestos de control. Y para empeorar las cosas,
la base aérea Futenma se encuentra directamente en medio de un área urbana
densamente poblada.
Varios
ciudadanos japoneses de mediana edad están asediando sedanes y vehículos
todoterreno conducidos por personal militar estadounidense que abandonan sus
barracones para salir al campo. Mientras los coches esperan en la intersección
para sumarse al flujo del tránsito en la carretera principal, hombres y mujeres
de edad avanzada cierran sus puños, gritan consignas y agitan sus pancartas.
Hay un solo policía japonés que se asegura de que nada vaya mal. Pero todo es
ordenado, una rutina.
“¡Cerrad
la base!” gritan los manifestantes. “¡Ejército estadounidense fuera
de Okinawa!”
Soldados
y pilotos militares estadounidenses apartan sus ojos. Y todo es algo
embarazoso. No es como si esos artilleros y soldados de primera estadounidenses
enfrentaran a físico-culturistas o ases del club de karate local lanzando
piedras. Esa gente de edad, sonoros adversarios del Imperio, no podrían dañar a
los soldados o a sus vehículos; probablemente ni podrían matar una mosca.
Me acerco
a una de las dirigentes de este pequeño grupo de manifestantes. La señora baja
su pancarta y escucha mis preguntas, atentamente. ¡Todo es tan japonés! Le
entrego mi tarjeta, con ambas manos; ella, con ambas manos, la acepta. Nos
saludamos con una inclinación.
“Miyoko-san”,
comienzo. “¿Qué es exactamente lo que la molesta respecto a esta base?”
“Es tan ruidosa y tan peligrosa”, responde.
“Hay todo tipo de aviones terriblemente traicioneros que vuelan desde
Futenma. Nunca nos consultan. No nos informan”.
Conduzco
un poco más lejos de Naha, a un alto Edificio Matsuki. Alberga varios clubes
nocturnos; probablemente también prostíbulos, que abren de noche. Pero durante
el día toda esta estructura está silenciosa y vacía. Y, según estándares
japoneses, es muy deslucida. Tomo el ascensor hasta el último piso, subo al
techo, y me detengo junto una enorme cámara de seguridad Canon. De repente,
tengo la base Futenma frente a mí.
Este
sitio parece insano: a nadie le importa realmente lo que hago. No hay guardias,
ni prevención de problemas. Simplemente saco mis cámaras fotográficas y de
video y comienzo a trabajar.
Todo es
tan fácil, tan plácido, que uno casi se siente ‘desilusionado’. No
hay drama de seguridad, ni payasadas.
Oigo los
motores y miro hacia el cielo. Un Hercules de cuatro motores se vuelve
abruptamente hacia la pista, y luego cae literalmente desde el aire, se eleva
al último momento, y luego toca el suelo, rueda algunos segundos por la pista,
luego vuelve a despegar: una maniobra de ‘toque y despegue’. Lo
filmo. Luego filmo otro avión, y luego otro.
Llamo a
mi montajista en Tokio. “Todo parece y se siente extraño”, le digo.
“¿Cómo algún país del tercer mundo?, sugiere.
“Sí”, confirmó. “Pero eso no es todo. Es totalmente fantasmagórico. Con este nuevo gobierno y los apasionados boleros de amor que canta a EE.UU…. Todo esto puede, por supuesto, provocar fácilmente la Tercera Guerra Mundial. Estas bases están realmente aquí, probablemente, para gatillar un conflicto… para provocar a China o Corea del Norte, o a ambos. Pero todo es tan tranquilo y sereno.”
“Así
es Okinawa”, confirma mi editor.
En su
reciente artículo, que apareció en la revista australiana Arena, el destacado
historiador australiano y profesor emérito en la Universidad Nacional de
Australia, Gavan McCormack, llama a Japón “El Estado Servil” y al
Cuerpo de Marines de EE.UU. basado en Okinawa “una fuerza hecha para
atacar en lo profundo del territorio enemigo”. Menciona uno de los
mayores éxitos de venta en Japón, el libro The
Truth of Postwar History [La verdad de la historia de la posguerra]
– escrito por Magosaki Ukeru, ex jefe del Buró de Inteligencia y Análisis
del Ministerio de Asuntos Exteriores japonés:
…Magosaki
y yo también estamos de acuerdo en ver que Okinawa, la isla prefectura frente a
la costa de China donde la ocupación
estadounidense ha sido ininterrumpida durante sesenta y siete años y
donde se concentran tres cuartos de las instalaciones militares de EE.UU. en
Japón, es crucial. En ninguna otra parte se puede encontrar una expresión tan
concentrada de la relación entre EE.UU. y Japón. Allí, es una inescapable
realidad de la vida de cada día el hecho de que el gobierno japonés es
determinadamente servil, y que toda la política en Okinawa se basa en la
prioridad de los intereses militares de EE.UU. Requerida para servir como el
arco sobre el cual se puede basar todo el sistema de seguridad Asia-Pacífico,
Okinawa se convirtió en una especie de talón de Aquiles, porque se le niegan
los mismísimos valores que se supone deben ser defendidos por la alianza. Su
gente se siente amenazada, no protegida, por ella, y la discriminación en su
contra (en nombre de la ‘seguridad de Asia del Este’) ha llegado al
punto de no seguir siendo tolerable.
Mientras
filmar la Base Futenma desde el techo del Edificio Matsuki es de alguna manera
tolerado, filmar la Base Kadena, un monstruo que llevó tanto dolor al resto de
Asia del Noreste durante la Guerra de Corea, es algo que es considerado
absolutamente ordinario, incluso esperado. El área tiene una terraza de
observación abierta, que enfrenta la pista, que está completamente equipada,
con poderosos binoculares tragamonedas, café, y servicios higiénicos públicos.
Después
de haber trabajado en India donde ni siquiera se puede filmar barcos militares
atracados abiertamente en la costa de Mumbai, Okinawa parece ser el otro
extremo: el poder militar estadounidense en el lugar es convertido en una
violenta atracción turística. Atrae grupos enteros de escolares, así como
camarógrafos y fotógrafos, tanto aficionados como los que trabajan para
diversos medios noticiosos japoneses.
La señora
Kato vende café y refrescos en la terraza. Apunto a los impenetrables búnkeres
que protegen cazabombarderos estadounidenses de la última generación contra
quién sabe quién, y le pregunto qué piensa de todo ese show de horror
convertido en entretenimiento. Responde con una sonrisa pragmática: “¡El
negocio es bueno! Pero después de todo, por supuesto, como habitante de
Okinawa, detesto la base.”
Hay que
preguntarse cuál es la parte principal de la frase.
Mientras
ella habla, un trueno ensordecedor brota violentamente en algún sitio dentro de
la base. A la espera de que algún tremendo monstruo volador esté listo a tomar
el vuelo, busco intuitivamente mis cámaras, listo para correr hacia la baranda.
Pero la señora Kato domina el rugido con su voz bien entrenada, y me grita:
“¡Descanse, nada se mueve! Solo están probando el motor.”
¿Lo hacen todos los días? Lo hacen, como todo el mundo en
Okinawa me dice. Los motores de los aviones son probados casi todos los días, a
veces hasta las diez de la noche, hasta que los tímpanos de la gente están a
punto de reventar.
Conduciendo
por Okinawa, hay que estar preparado para imágenes verdaderamente kafkianas.
Hay interminables perímetros que consisten de alambrada de púas y pilares de
hormigón. Hay líneas divisorias por todas
partes. No es sorprendente, ya que las bases de EE.UU. cubren cerca de un 18%
del territorio de la isla principal. Hay literalmente cientos de portones protegidos que separan el mundo civil del universo de las zonas militarizadas. Hay campos de juego solo para niños estadounidenses, directamente tras las alambradas, hay pequeñas arcadas con Baskin Robins y Subway’s, como si esos negocios de comida chatarra no pudieran ser encontrados en territorio japonés.
Hay
autobuses públicos japoneses convertidos en vehículos hechos para llevar a
niños estadounidenses hacia y desde sus escuelas. Hay parques de bomberos
japoneses, así como estadounidenses construidos en territorio japonés, con
camiones estadounidenses y teléfonos de emergencia estadounidenses.
Y hay
“aldeas estadounidenses” – deprimentes parques temáticos con
el peor nivel de arquitectura y aún más Red Lobster’s, KFC’s, bares
desaseados, y algunas de las tiendas de recuerdos de peor gusto del mundo. En
realidad no son para soldados estadounidenses, sino para turistas japoneses que
tratan de echar una mirada a enormes soldados estadounidenses de carne y hueso.
Bajo la
influencia de las fuerzas de ocupación, Okinawa tiene la peor comida de Japón
– un país famoso por tener la gastronomía más fina del mundo.
Aparte de
una línea de monorraíl, Okinawa no cuenta con un sistema de transporte público,
otra anomalía en un país que tiene una de las más intensivas y eficientes redes
de trenes del mundo. Dentro y fuera de Naha, todo se mueve por carreteras, y
sobre todo por vehículos privados. Como resultado, las calles en las ciudades
están frecuentemente congestionadas, y toda la Isla Principal tiene un ambiente
de suburbio étnico asiático en algún sitio en EE.UU.
Innumerables
anuncios de agentes inmobiliarios seducen a los que están dispuestos a hacer
negocios con el diablo: “Si queréis comprar o vender tierras para
propósitos militares, por favor hacednos saber”.
Lamentablemente,
todo este mal gusto y militarismo se encuentra en medio de lo que otrora fue el
gran Reino Ryukyu, conocido por su gloriosa historia de quinientos años, desde
el Siglo XII al XVII. La UNESCO eligió varias ruinas de los castillos y
emplazamientos como patrimonios de la humanidad. Okinawa era famosa en toda
Asia por su avanzada estructura social, por su estructura económica y su
cultura.
David
McNeill, profesor en la Universidad Sophia en Tokio y coordinador del Asia-Pacific Journal, explicó para este
informe:
“Como
muchos sitios que han llegado de depender de dádivas externas, Okinawa puede
parecer esquizofrénica. Los sondeos muestran consistentemente que la mayoría de
la gente en la isla se opone a la presencia de bases estadounidenses, pero
miles de personas, incluidos trabajadores civiles de las bases, propietarios de
bares y negocios, dependen de las bases para una parte o la mayor parte de sus
ingresos. La cultura popular de EE.UU. se ha infiltrado durante los últimos más
de 60 años dando a la isla una apariencia, una sensación e incluso una dieta
más cercana a EE.UU. contemporáneo que el territorio central de Japón.”
Como la
suerte de Okinawa y de sus habitantes parece estar estrechamente vinculada a
las relaciones entre EE.UU. y Japón, pregunté a la Sra. Satoko Norimatsu,
Coordinadora de Japan Focus y Directora del Centro de Filosofía de la Paz, ¿qué
cambios pueden esperarse en la política exterior de Japón, particularmente en
sus relaciones con EE.UU., ya que ahora se espera que Japón ‘se acercará
aún más a EE.UU.’?
“No
habrá mucho cambio ya que los previos gobiernos del DPJ (Partido Democrático de
Japón) bajo Kan y Noda ya habían hecho concesiones a la agenda original del DPJ
y el partido y el gobierno no parecen diferentes de los gobiernos dirigidos por
el LDP (Partido Liberal Democrático). Los que intentaron iniciar el cambio, es
decir Hatoyama y Ozawa, perdieron el poder y se retiraron”.
Luego, la
Sra. Satoko Norimatsu resumió:
“El
nuevo gobierno del LDP será tan favorable a EE.UU. y servil ante EEU como el
último gobierno del DPJ, si no más. Un cambio significativo será su serio
intento de cambiar la constitución pacifista de Japón de la posguerra, sea
nominalmente o virtualmente para que Japón pueda ejercer su “derecho a la
autodefensa colectiva”, es decir emprender guerras agresivas junto a
EE.UU. Fue el intento inconcluso de Abe y su objetivo durante mucho tiempo en
su período previo en 2006/2007.”
En la
historia moderna, los isleños de Okinawa tuvieron que sufrir inmensamente. En 1945, un cuarto de la población civil murió durante la Batalla de Okinawa. 200.000 toneladas de bombas, según la NHK [Corporación Radiodifusora de Japón], fueron lanzadas sobre la isla por el ejército de EE.UU., en una muestra de total desprecio por las vidas de la gente del lugar.
Entonces este sorprendente archipiélago formado por cientos de Islas Ryukyu, cayó bajo la ocupación estadounidense. Durante los 27 años de reino colonial, llamado ‘Gobernación de las Islas Ryukyu’, la Fuerza Aérea de EE.UU. estableció numerosas bases militares en todo el archipiélago. De ahí, utilizando sobre todo la Base Kadena, durante la Guerra de Corea, Súper Fortalezas B-29 cumplieron misiones de bombardeo, destruyendo gran parte de Corea y de China.
Miles de mujeres de Okinawa fueron brutalmente violadas por
militares de EE.UU. después de la Batalla de Okinawa, y la violencia sexual
continúa hasta nuestros días.
En 1972,
las islas fueron devueltas a Japón bajo el Tratado de Cooperación Mutua y
Seguridad, pero las Fuerzas de EE.UU. en Japón (USFJ) han mantenido una gran presencia
militar.
Según John Chan, desde 1960 Japón ha estado cumpliendo un
acuerdo que “permite que EE.UU. lleve secretamente armas nucleares a
puertos japoneses, y hay especulación de que algunas armas nucleares pueden
estar ubicadas en Okinawa. Se han mantenido en Okinawa armas tácticas y
estratégicas.”
El Museo
de Arte Sakima se encuentra directamente sobre el perímetro de la Base Futenma.
Incluso puede ser visto desde su techo.
El Museo
contiene algunas de las pinturas con más carga política que se encuentran en el
archipiélago, sobre todo unas 50 obras del matrimonio Iri y Toshi Maruki que
tienen ahora más de 90 años. En las paredes cuelga su famosa “Batalla de
Okinawa”.
Aquí, a
través del arte, se revela la tragedia del pasado en toda su brutalidad y
fuerza. Se ve cuerpos flotando en la superficie del océano, hay caras
aterrorizadas de mujeres, y suicidios en masa.
Kiyoko
Sakima, Directora del Museo de Arte Sakima, podrá sonar frecuentemente
amargada, pero también es muy activa, llena de determinación de resistencia y
de lucha contra la injusticia:
“Libramos
una batalla legal para hacer que la base nos devolviera este lugar y ganamos,
pero hace solo 3 años, 800 granjas y casas fueron arrebatadas a la gente del
lugar; por la fuerza. No hubo compensación, algo semejante a lo que sucede en
Palestina, hasta ahora. Algunas personas fueron obligadas a partir hacia
Brasil, porque perdieron todo lo que tenían.”
La Sra. Sakima sigue diciendo: “Nos ven como la
‘Isla del Mal’; en toda Asia, porque todo lo que es peligroso y
vuela parte de aquí. En Okinawa, vive solo 1% de la población de Japón, pero
tenemos un 75% de las bases militares de EE.UU. en nuestro territorio”.
Recuerdo
las palabras de un veterano profesor de Beijing, quien educó a cientos de
miembros del cuerpo diplomático chino. Me explicó hace varios años:
“Si China fuera atacada por EE.UU. desde sus bases en
territorio japonés, China no respondería con un ataque contra EE.UU., tomaría
represalias contra Japón, ya que el ataque provendría desde su suelo”.
No sería
una perspectiva muy atractiva para Okinawa. La Sra. Satoko Norimatsu y otros destacados expertos en Japón creen que el nuevo gobierno japonés tratará ahora de “maximizar la percepción de miedo a China, maximizando también los beneficios del complejo militar-industrial”. La ‘cooperación’ militar entre EE.UU. y Japón se acelerará, incluyendo las así llamadas ‘co-bases’.
¡De nuevo
malas noticias para Okinawa! En discursos pre-electorales, políticos locales
hicieron promesas de reducir algunas actividades militares, y trasferir las
bases, o por lo menos una parte de sus operaciones, a Guam, un
‘territorio no incorporado de EE.UU.’, ubicado en el Océano
Pacífico occidental, que es básicamente su colonia.
Pero la
Sra. Sakima tampoco piensa que eso sería justo: “Esas bases deben ser
cerradas, no trasferidas a otro sitio. Pobre Guam: Japón solía ocuparlo, ahora
lo hace EE.UU. ¿Por qué debería heredar aquello de lo que nos libramos
nosotros?” Uno de los planes que impulsan tanto EE.UU. como Japón para el eventual cierre de la Base Futenma es la apertura de una nueva, y enorme – Henoko.
Gavan
McCormack argumenta en su Servile State
Japan: “El área designada es clasificada por Okinawa como una
que requiere el mayor nivel de protección debido a su entorno marino y forestal
único y precioso, y la idea de que una gran base militar podría ser impuesta en
el lugar era inherentemente tan imposible como si alguien hubiera sugerido lo
mismo para el Gran Cañón de EE.UU. o Kakadu en Australia”.
“Los
habitantes de Okinawa están unidos, de izquierda a derecha, en la oposición a
la construcción de una nueva base en Henoko, y los cuatro recién elegidos
miembros del LDP de Okinawa en la Cámara Baja también aclararon ese punto
después de las últimas elecciones”, dijo la Sra. Norimatsu. “El
clima político en Okinawa sigue siendo el mismo: resistencia contra la
construcción de la base Henoko, cierre de la base aérea Futenma, así como del
despliegue de los aviones Osprey”. Incluso si gana, se ha dejado en claro a la gente de Okinawa que si se cierra algunas de las bases, los gobiernos de Japón y EE.UU. no pagarán absolutamente nada en compensaciones; la gente del lugar tendrá que basarse en sus propios recursos.
Es paradójico, pero el nuevo gobierno ‘nacionalista’ de Japón es en realidad pro estadounidense, tanto como es anti chino. ¿Es una contradicción en términos? Indudablemente, pero en Japón, todo vale – a nadie parece preocuparle la política exterior.
Puede ser un tremendo error. Japón apuesta a la fuerza más peligrosa, agresiva y desestabilizadora del mundo. Alberga el ejército y la fuerza aérea del país que es visto, en todo el mundo, como la principal amenaza.
Mientras mi avión está listo a partir hacia Nagoya, observo jets militares japoneses listos para despegar, y aterrizar, por todo el cielo. La fuerza aérea de EE.UU. utiliza Futenma y Kadena, la fuerza aérea de Japón usa el Aeropuerto Internacional Naha.
Por
cierto, Japón no tiene su propio ejército o fuerza aérea. Esos más
recientemente y totalmente armados jets no son nada, solo una ilusión. Y EE.UU.
no tiene ningún plan imperialista en esta parte del mundo.
Sigamos
pretendiendo. ¡Hasta que sea demasiado tarde!
Andre
Vltchek ( http://andrevltchek.weebly.com/
)
novelista, cineasta y periodista de investigación. Ha cubierto guerras y
conflictos en docenas de países. Su libro sobre el imperialismo occidental en
el Sur del Pacífico se titula Oceania y
está a la venta en http://www.amazon.com/Oceania-André-Vltchek/dp/1409298035 . Su provocador libro sobre la Indonesia post Suharto y
su modelo fundamentalista de mercado se titula Indonesia:
The Archipelago of Fear , http://www.plutobooks.com/display.asp?K=9780745331997 . Recientemente produjo y dirigió el documental de 160
minutos Rwandan Gambit sobre el
régimen pro occidental de Paul Kagame y su saqueo de la República Democrática
del Congo, y One Flew Over Dadaab sobre
el mayor campo de refugiados del mundo. Después de vivir muchos años en
Latinoamérica y Oceanía, Vltchek vive y trabaja actualmente en el Este de Asia
y África.