Les
dejo este articulo histórico de la cadena de noticias Sputnik en donde
se especifica que las traiciones de Turquia a Rusia ya son habituales…
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El
derribo del cazabombardero ruso Su-24M el pasado 24 de noviembre dentro
del territorio de Siria por el avión turco F-16 que le disparó un misil
después de incursionar
deliberadamente en Siria, fue llamado por el presidente ruso, Vladímir
Putin, como “una puñalada por la espalda”.
Los tratados y juramentos se guardan en el filo de la daga
— Proverbio turco
Así
fueron convertidos de golpe en cenizas, los cuatro años de esfuerzos
del Gobierno ruso para lograr amistad y armonía en las relaciones con el
Gobierno turco.
Parece
que los estrategas rusos no revisaron bien los 300 años de la lucha de
los turcos contra Moscú y la traición de los tratados que se firmaban
periódicamente. Tampoco
los servicios de inteligencia rusos prestaron debida atención al dicho
popular en las calles de Estambul (el motor de la economía) y Ancara
(capital de Turquía) que afirma que “cuando el presidente de Turquía
Recep Tayyip Erdogan te dice que eres hermano,
significa que quiere subirse encima tuyo”.
"El derribo del Su-24 ruso es el fin de la carrera política de Erdogan"
Hace
cinco años cuando el primer ministro Vladímir Putin y su colega Recep
Erdogan, también primer ministro de su país, firmaron tratados
energéticos evaluados en 100.000
millones de dólares, incluyendo la construcción del gasoducto Turk
Stream, mejoramiento del sistema de transporte de petróleo y la
construcción de la central nuclear Akkuyo en la ciudad turca Mersin,
Recep Erdogan abrazó a Putin y le dijo que era “su mejor
amigo para siempre”. Pero la “amistad eterna” en la percepción turca
está limitada por el espacio y tiempo de la conveniencia. Lo puede
confirmar también el presidente de Siria Bashar Asad pues hace apenas
seis años atrás Recep Erdogan lo llamaba “mi hermano”
y sus familias descansaban juntas en el lujoso centro turístico turco
Bodrum. Ahora Asad es considerado un enemigo de Turquía y en especial de
Erdogan.
Los
tiempos cambian pero las ambiciones imperiales de Turquía siempre son
las mismas a pesar del desmantelamiento del Imperio Otomano después de
la Primera guerra Mundial.
En un reciente artículo publicado por la agencia de información
“Regnum”, el analista
Ruben Zargarian habla de cinco siglos de lucha de Turquía contra Rusia.
Primero, el Imperio Otomano que empezó a expandirse en los años 1400
utilizó a su vasallo el Janato Tártaro de Crimea que ya en 1507 atacó a
las ciudades rusas Beliuov y Kozelsk.
Hasta 1680 Moscú tuvo que pagar tributo al Janato de Crimea que entre
1500 y 1700 entregó al Imperio Otomano más de dos millones de esclavos
rusos y polaco-lituanos.
Las relaciones entre Rusia y Turquía han pasado el punto de no retorno
Posteriormente,
el Imperio Turco hizo sus propias guerras a Rusia en 1676-1681;
1695-1700; 1710-1713; 1735-1739; 1768-1774; 1787-1791; 1806-1812;
1828-1829; 1853-1856;
1877-1878 y 1914-1918. Después de la disolución del imperio al comienzo
de los años 1920, el que sería el primer presidente de la República de
Turquía en 1923 y el héroe nacional Mustafa Kemal
Atatürk logró convencer a Lenin y a Trotsky de que Turquía estaba
lista para la revolución mundial y así recibió de Rusia 200 kilos de oro
y armamento pero esto fue utilizado para su expansión en el Cáucaso y
la “revolución mundial” traicionada. Atatürk
prefirió alejarse de los bolcheviques, cobrar otro tanto y pasarse al
lado de los británicos que tenían sus propios intereses en Azerbaiyán y
Armenia y querían utilizar Turquía para prevenir la expansión del
comunismo en estos países.
En
vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Turquía mostró nuevamente su
“pragmatismo interesado”. El 19 de octubre de 1939 firmó un pacto de
asistencia con Francia y el
Reino Unido a cambio de dos destructores británicos y varios aviones
militares franceses. Al percatarse del avance militar arrollador de
Alemania en Europa el gobierno turco decidió pasarse al lado de los
alemanes. El 18 de junio 1941, cuatro días antes del
inicio del inicio de la “Operación nazi Barbarroja” contra la URSS,
Turquía firmó un tratado de amistad con Alemania, obteniendo en
recompensa cuatro submarinos alemanes cerca de 4.000 fusiles y una
docena de aviones militares.
Turquía lleva las relaciones con Rusia a un callejón sin salida
También
Turquía planificó al final de junio 1941, según la revista nacional
“Bozgurt”, declarar la guerra a la Unión Soviética después de que cayera
Stalingrado y ocupar
el Cáucaso, Crimea, Armenia y Asia Central
con la venia y bajo la supervisión de los alemanes. Sin embargo, los
planes bélicos turcos tuvieron que ser anulados porque los alemanes
sufrieron una severa derrota en la batalla de Stalingrado que duró
desde el 23 de agosto de 1942 al 2 de febrero de 1943. En este período
los turcos no permitieron a los barcos de los países aliados de Rusia-
EEUU y Canadá, que traían ayuda, cruzar los estrechos
de Bósforo y el de los Dardanelos.
Al
darse cuenta de la eminente derrota de los alemanes, Turquía endureció
sus relaciones con los nazis y finalmente el 1 de marzo de 1945 le
declaró la guerra a Alemania
y Japón cuidándose de no participar en ninguna batalla. En 1950 el
ministro de Relaciones Exteriores de la URSS Andrey Gromico preguntó al
embajador turco en Moscú, Kemal Nejat Kavur: “Su país tiene el más
grande ejército en Europa. Si es contra su enemigo
tradicional como Grecia, es demasiado grande, si es de otro lado contra
nosotros, es demasiado pequeño. ¿Entonces, cuál es la razón?” Por
supuesto el embajador no tenía la respuesta preparada pues no podía
revelar los anhelos nacionales de reconquistar en
algún momento el Cáucaso y Crimea.
Turquía derribó Su-24 en defensa de la compañía petrolera de los Erdogan
En
1952 Turquía fue admitida en la OTAN y al final de los 1950 permitió a
los EEUU a desplegar 50 misiles Júpiter con un rango de 5.300 kilómetros
cerca de la frontera
con la URSS.
Recién en 1962 estos misiles alineados contra la Unión Soviética fueron
retirados a cambio del retiro de los 36 misiles soviéticos R12 de Cuba,
esto después de un
arreglo secreto entre Nikita Kruschef y John Kennedy que puso fin a lo
que se llamó “La Crisis de los Misiles”, iniciando así un corto período
llamado la “Coexistencia Pacífica”.
Después
del desmantelamiento de la URSS en 1991, Turquía inició una paciente
labor en Crimea con la población tártara que retornó a la península.
Ellos fueron amnistiados
en 1980 después de su deportación al Asia Central ordenada por Stalin
en 1944 por su colaboración con los nazis.
El gobierno de Ucrania en cuya jurisdicción estaba Crimea por un
decreto de Jruschov cerró los ojos y permitió un fuerte adoctrinamiento
de tártaros en la orientación de rusofobia por Turquía. Al
reincorporarse Crimea a Turquía, los líderes tártaros opositores a este
proceso como Mustafa Dzemilev y Rufat Chubarov entre
muchos otros se refugiaron en Turquía y se convirtieron en agentes de
influencia de aquel país que anteriormente dio refugio a los yihadistas
chechenos.
Es
decir, en todos estos últimos años el lento acercamiento que trató de
forjar el gobierno ruso y que aparentemente fue compartido por Turquía
no ha sido sincero por
parte de los turcos. Fue motivado por el deseo de lograr mayores
concesiones de la Unión Europea (UE) y EEUU. El año pasado, la respuesta
del primer ministro de Turquía Erdogan a la Comisión Europea alarmada
por el acercamiento de Turquía a Rusia a pesar
de las sanciones contra Moscú: “Turquía no necesita permiso de nadie:
vamos a hacer lo que es necesario para el país”, fue también una acción
fríamente calculada para levantar el prestigio del país y lograr las
mayores ventajas de sus aliados de la OTAN.
Turquía busca distender relaciones con Rusia tras el derribo del Su-24
A lo
que no prestaron la atención los líderes de Rusia, fue al hecho que,
mientras Recep Erdogan anunciaba a cuatro vientos su amistad con Rusia,
siendo primer ministro,
sus fuerzas militares seguían fieles al documento titulado “2010-2015
La Estrategia de Seguridad Nacional” que considera a Israel y Rusia como
países que representan peligro a Turquía. La fidelidad al tradicional
“pragmatismo calculado y temporal” del gobierno
de Turquía continúa, por eso no es de extrañar la actual alianza del
Servicio de la Inteligencia Nacional (MIT) turco con la Mossad de Israel
en la selección, adiestramiento, equipamiento y el traslado a Siria a
los yihadistas sunitas del Estado Islámico (EI)
para derrumbar el régimen de Bashar Asad.
También
es lógico, desde el punto de vista del presidente Erdogan, el
alejamiento de su “amigo” Putin cuando coincidieron en los Juegos
Europeos el pasado 13 de junio
en Bakú, Azerbaiyán donde se encontraron cara a cara pero sin mirarse a
los ojos. Rusia había tomado la decisión de no permitir el
derrocamiento del presidente sirio Asad, lo que iba en contra de los
planes de Turquía y la OTAN.
Rusia
no puede permitir que el Estado Islámico forme un califato, cuya idea
pertenece a los estrategas “iluminados” norteamericanos y franceses
quienes decidieron utilizar
las ambiciones turcas del resurgimiento del neo otomanismo y convertir
este país en el instrumento vital para la balcanización de Siria.
Erdogan tiene la oferta de una parte fronteriza de Siria cercana a
Turquía poblada por unos 200.000 turcomanos o turkmenos
(un pueblo túrquico que se encuentra principalmente en Afganistán y
Turkmenistán). El califato islámico está proyectado después de terminar
su formación en Siria e Irak, expandirse al Asia Central, Cáucaso,
Tatarstán, Urales y la parte de China donde viven
los uigures que son musulmanes, estos junto con los yihadistas
chechenos y daguestaníes forman batallones del Estado Islámico.
Hijo de Erdogan exporta petróleo del EI
El
rol de Turquía en la expansión del Estado Islámico fue diseñado en
secreto en 2011. Según el analista geopolítico francés Thierry Meyssan,
el ex ministro de relaciones
exteriores de Francia Alain Juppe colaboró en el plan con el actual
primer ministro de Turquía Ahmet Dovutoglu que fácilmente dejó su
anterior consigna “Cero Problemas con los Vecinos”. Por supuesto, la
estrategia regional de Turquía fue abalada por Washington.
El mismo vicepresidente de
EE.UU. Joe Biden confirmó en octubre 2014 en su discurso en Harvard, que
fue rápidamente silenciado, que “Turquía apoya al Estado Islámico con
cientos de miles de dólares y miles de toneladas de armas”.
Biden
evitó decir que Turquía fue permitida por Washington y Bruselas para
hacer su negocio sucio de oro negro sirio con el Estado Islámico. Lo
curioso también es que,
de acuerdo al editor de la publicación norteamericana Veterans Today,
Mike Harris, las corporaciones British Petroleum y ExxonMovil son
también compradores del petróleo ilegal del Estado Islámico.
Pero el primer beneficiario es Turquía que obtuvo en los últimos ocho meses unos 800 millones de dólares por este negocio sucio.
Ahora, resulta que la familia del presidente Erdogan está envuelta en
este negocio a través de su tercer hijo Bilal Erdogan
quien recientemente compró dos buques tanques y posee, según el
vicepresidente del Partido Republicano del Pueblo Turco (CHR) Gürsel
Tekin, la compañía marítima BMZ Ltd. que hace el negocio de petróleo
con el Estado Islámico.
Turquía no quiere escalar el conflicto con Rusia
Precisamente
este negocio fue interrumpido por la aviación militar rusa lo que
produjo una irritación entre los negociantes internacionales del oro
negro. Pero sería equívoco
atribuir aquel trágico incidente con el SU-24 y la muerte de su piloto y
un soldado rescatista ruso exclusivamente a los intereses de los
negociantes de petróleo. Lo que no pueden digerir los estrategas
“iluminados” de Washington y Bruselas es que sus planes
del “caos programado” en Asia y Medio Oriente fueron bruscamente
interrumpidos por la entrada decidida de Rusia en Siria para no permitir
la balcanización de este país y de paso formar una alianza con Irán y
posiblemente con Irak.
Turquía
en este juego occidental es simplemente un instrumento hábilmente
utilizado por EEUU y la UE a través de su incondicional y extremadamente
ambicioso oportunista
Recep Erdogan quien se ofuscó por sus ideas de un futuro resurgimiento
de un nuevo Imperio Otomano, sin darse cuenta que su país se acerca cada
día más a una guerra civil debido a la creciente represión contra el
pueblo kurdo.
Recientemente,
uno de los más famosos defensores de los derechos humanos pro kurdos
Tahir Elei fue asesinado durante una conferencia de prensa. Es sabido
que el Servicio
de Inteligencia Nacional (MIT) mantiene la población turca sumida en
miedo.
Hace
poco el escritor turco Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk (2006)
escribió que “lo peor es el miedo, todo el mundo tiene miedo en
Turquía”. Y cómo no tenerlo si
recientemente fueron encarcelados sin juicio por “traición y espionaje”
dos periodistas turcos del diario Comhuriyet por haber revelado las
fotos de un convoy del MIT transportando armas al Estado Islámico en
Siria. También fueron encarcelados dos generales
y un coronel de gendarmería por detener otro convoy del MIT con armas
destinadas al EI. El año pasado murió en un accidente sospechoso, en la
ciudad turca Suruc, la periodista norteamericana Serena Shim quien fue
la primera en escribir y mostrar fotos de los
yihadistas transportando de Turquía a Siria en los camiones de la ONG
World Food Organization. El 18 de octubre pasado fue encontrada
“suicidada” en el baño del aeropuerto de Estambul la famosa y curtida
periodista británica Jacky Sutton que era directora
del Institute for Peace and War Reporting. Dijeron que se mató por
haber perdido su avión.
Turquía derribó el Su-24 porque Rusia destruyó camiones con petróleo ilegal
Mientras
todo esto sucede en Turquía, el presidente Erdogan sigue jugando con el
fuego internacional cumpliendo las pautas del departamento de Estado
norteamericano y
de los líderes de la OTAN que lo defienden y apoyan por el momento
incondicionalmente.
Recientemente
el embajador norteamericano ante la OTAN, Douglas Lute declaró que el
“comportamiento de Rusia en Siria es peligroso, innecesario e
irresponsable”. El secretario
general de la OTAN, Jens Stoltenberg, justificó el derribo del avión
ruso en Siria que según él estaba en “el espacio soberano turco” como si
el territorio de Siria perteneciera a Turquía.
Erdogan
toma estos gestos como un incentivo para no pedir disculpas, amenazar a
Rusia, poner trabas en el paso de sus barcos por el estrecho Bosforo o
mandar dos submarinos
para vigilar al crucero ruso Moskva.
Todos son gestos de bravura inducidos por la desesperación y
alimentados por sus ambiciones y la fe ciega en sus “amigos”
norteamericanos y
europeos.
En
este enredo geopolítico se olvidó Recep Tayyip Erdogan de las sabias
palabras de su héroe Mustafá Kemal Atatürk: “Paz en la patria, paz en el
mundo”.
Actualmente
no hay paz en Turquía y el apoyo que está gozando Erdogan de Washington
y Bruselas es efímero que puede desaparecer en cualquier momento pues
ni EEUU, ni la
Unión Europea tienen recursos o condiciones para iniciar una guerra
contra Rusia. Tanto Putin como Obama lo saben y Erdogan ya presiente que
en cualquier momento puede convertirse en un chivo expiatorio.