Aquí
les dejo el análisis del gran periodista Frances Thierry Meyssan, sobre
todo el discurso bravucón y soñador de Obama en su pasado State of the
Union:
Las frases que más llaman la atención
«Los Estados Unidos de América de hoy tienen la economía más fuerte y más duradera del mundo»
Los Estados Unidos de América son la nación más poderosa de la Tierra. Punto final.
Nuestras tropas forman la más bella fuerza de combate en la Historia del mundo. (
Y la
locura de decir que en cualquier parte del mundo llevaran justicia
poniendo caso de Osama Bin Laden, pero que lleven ya 1 año sin poder
derrotar a su creación ISIS (Estado Islámico)
Pero bueno cada presidente de vuelvo loco al final de sus mandatos y ven paraísos…
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El
último discurso sobre el Estado de la Unión, pronunciado por el
presidente Obama el 13 de enero de 2016, estaba ante todo destinado a
escribir la historia del propio presidente en el imaginario colectivo
de sus compatriotas [1]. Con excepción de algunas alusiones al peligro
que representan las estruendosas declaraciones del aspirante a la
candidatura republicana Donald Trump, el discurso fue un largo
panegírico a la supremacía de su país y terminó con una
propuesta de reforma de la vida política estadounidense, reforma tan
necesaria como inaplicable.
«La economía más fuerte del mundo»
Barack Obama comenzó afirmando que:
«Los Estados Unidos de América de hoy tienen la economía más fuerte y más duradera del mundo» [2].
Lo que
no dijo fue que, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Estados
Unidos tiene efectivamente el mayor Producto Interno Bruto (PIB) nominal
pero sólo llega en segundo lugar si se considera el PIB
con respecto al poder adquisitivo, o sea si se deja de contar en
dólares y se compara lo que es comparable. De hecho, Estados Unidos ya
no es la primera potencia económica del mundo: ahora es China.
Aunque
negó esa realidad, el presidente reconoció que queda mucho por hacer en
materia de repartición de la riqueza. En el informe que publica cada 3
años, dado a conocer en septiembre pasado, la Reserva Federal
observa que el ingreso medio ha descendido en un 5%. En otras palabras,
si bien los súper ricos son cada vez más ricos, los estadounidenses lo
son cada vez menos. Las desigualdades han llegado a tal extremo que un
3% de la población posee más de la mitad del
patrimonio estadounidense, un 7% posee la cuarta parte siguiente y el
90% posee solamente la cuarta parte restante de dicho patrimonio. Como
resultado de la crisis financiera de 2008-2009, ese 90% de la población
estadounidense ha vuelto a lo que poseía en
1986. Pero en ese mismo periodo, los chinos han multiplicado varias
veces su patrimonio.
Tratando
de mostrar la excelente salud de la industria estadounidense, el
presidente Obama subrayó que 2015 ha sido el mejor año de la industria
automovilística. Sin entrar a mencionar el hecho que todavía
no se saben las cifras exactas, habría que señalar que el primer
productor mundial no es estadounidense sino japonés. Tanto en cantidad
de automóviles vendidos, pero sobre todo en términos de volumen de
negocios y de ganancias, Toyota se lleva ampliamente
el primer lugar. En realidad, la parte fundamental de los ingresos de
Estados Unidos no provienen de lo que ese país produce sino de los
derechos de autor sobre las licencias que ha comprado. Se trata, por
consiguiente, de ingresos que todo el mundo ve como
legítimos, según la visión actual de la Organización Mundial del
Comercio (OMC), pero que no existían antes de ella y que mañana pudieran
dejar de existir.
Aunque
se hizo eco de varios argumentos del movimiento Occupy Wall Street, el
presidente Obama no anunció ninguna medida destinada a corregir esas
desigualdades, sino diversas ayudas que sólo aportarán algún
alivio a algunas heridas. Y después cambió bruscamente de tema para
recordar su plan de investigación contra el cáncer y su respaldo a la
Conferencia de la ONU «sobre el clima».
Después
de «refutar» así a los teóricos de la decadencia económica
estadounidense, el presidente Obama llegó a lo que fue su tema central:
la supremacía militar de Estados Unidos sobre el resto del mundo.
Si no me equivoco, los últimos jefes de Estados o de gobierno que
recurrieron a ese argumento fueron Adolf Hitler e Hideki Tojo.
El ejército «más poderoso de la Tierra»
«A
ustedes les han dicho que nuestros enemigos se están haciendo más
fuertes y América [léase Estados Unidos] más débil. Déjenme decirles
algo. Los Estados Unidos de América son la nación más poderosa de
la Tierra. Punto final. (Aplausos) Nadie se le acerca. Nadie se le
acerca. (Aplausos) Nadie se le acerca. Gastamos más dinero para nuestros
militares que los 8 países siguientes juntos. Nuestras tropas forman la
más bella fuerza de combate en la Historia del
mundo. (Aplausos) Ninguna nación se atreve a atacarnos directamente, o a
atacar a nuestros aliados porque saben que ese camino las llevaría a la
ruina. Investigaciones demuestran que nuestra posición en el mundo es
más elevada que cuando yo fui electo para
este cargo y cuando se trata cualquier cuestión internacional
importante, la gente no mira hacia Pekín o hacia Moscú para dirigirla.
Nos llaman a nosotros. (Aplausos) [3]»
-
Primera observación: Este laureado con el Premio Nobel de la Paz no
trata de resaltar el hecho que su ejército sería capaz de defender su
propio país sino que supuestamente es tan superior a los demás que
todo el mundo se vuelve hacia Washington. Dicho de otra manera, admite que la autoridad de su país no proviene de sus capacidades sino únicamente del miedo que inspira.
-
Segunda observación: Obama mide su propio «liderazgo» en función de
que, según investigaciones a cuyos autores no menciona, la posición de
su país en el mundo es más elevada que cuando él fue electo. Pero
ese argumento no permite evaluar la autoridad natural de Estados Unidos
sino su dominación sobre los demás. El objetivo para Washington no es
la vida, la libertad ni la búsqueda de la felicidad, como dice su
Declaración de Independencia sino alcanzar la superioridad
sobre los demás. Es por eso que, en su célebre informe de 1991 sobre
los objetivos estratégicos de Estados Unidos en un mundo sin la Unión
Soviética, Paul Wolfowitz planeaba conservar la superioridad alcanzada
en aquel momento debilitando a sus propios aliados,
fundamentalmente a la Unión Europea, aunque ello implicara debilitar en
algo a los propios Estados Unidos. De hecho, hoy en día, el papel de
las fuerzas armadas de Estados Unidos no es defender los intereses del
pueblo estadounidense sino impedir que los demás
pueblos se desarrollen más rápido que Estados Unidos. Esto se ve
claramente en el Medio Oriente, pero es lo mismo para el resto del
mundo.
-
Tercera observación: Como la mayoría de sus conciudadanos, Barack Obama
piensa que todo se compra sólo con dinero. Un poco antes había declarado
que la inversión financiera pública en la investigación contra
el cáncer permitirá vencer esa enfermedad, como si la inteligencia de
los científicos pudiera nacer gracias a los dólares. En cuanto a sus
fuerzas armadas, Obama afirma que su presupuesto, sin equivalente en el
resto del mundo, las convierte en las más poderosas.
Y con esa afirmación, Obama se convierte en el primer comandante en
jefe en afirmar que el valor y el coraje de sus soldados es una simple
cuestión de dólares. Desde los tiempos de las Guerras Médicas, donde
unos cuantos griegos derrotaron los ejércitos 10
o 20 veces superiores en cantidad de hombres y en material de los
emperadores Darío y Jerjes, hasta la más reciente lucha entre el
ejército de Israel –el más sofisticado del mundo, respaldado además con
la logística estadounidense, la más poderosa del mundo–
y los decididos combatientes de la Resistencia libanesa, encabezada por
el Hezbollah y respaldada por Siria e Irán, todo el mundo sabe que la
voluntad y el coraje de los hombres pueden imponerse ante los
presupuestos más astronómicos.
- Cuarta
observación: La alusión a Rusia y China no logra esconder el despecho
estadounidense ante las industrias militares de esos dos países.
Cualquiera puede comprobar que, en Kaliningrado, en el Mar
Negro y en Siria, la tecnología rusa ha puesto en crisis a las fuerzas
de la OTAN. Ya no queda duda alguna de que, en una guerra
convencional con la OTAN, Rusia rápidamente se llevaría la victoria. El
debilitamiento de la industria estadounidense es particularmente
visible en el campo de la aeronáutica. Hace 20 años que el Pentágono
viene prometiendo a sus aliados la fabricación del F-35, un avión de
guerra multipropósito capaz de reemplazar todos los aviones militares
actuales. Sin embargo, no sólo Estados Unidos
sigue estando aún lejos de iniciar la fabricación del F-35 sino que,
mientras los ingenieros estadounidenses rediseñan ese proyecto de avión
por enésima vez, Rusia ya está produciendo el Sukhoi-35, un avión de
combate dotado de una agilidad nunca vista,
y China ha iniciado la fabricación del Chengdu J-10B, un avión más
furtivo que cualquier otro existente hasta ahora. Estados Unidos dispone
ciertamente de una capacidad de producción sin igual, pero su material
de guerra convencional ya es ampliamente obsoleto
y sólo impresiona a los Estados pequeños.
Después
de lanzar tales fanfarronerías y bravatas, el presidente Obama pasó a
denunciar el peligro que representa el terrorismo y afirmó que está
luchando simultáneamente contra al-Qaeda y el Emirato Islámico.
Y, para demostrar la implicación estadounidense a quienes expresan
sorpresa ante la evidente ineficacia de la coalición contra el Emirato
Islámico encabezada por Estados Unidos, Obama declaró:
«Si
dudan ustedes de la implicación de América [léase Estados Unidos] o del
mío propio, en cuanto a lograr que se haga justicia, pregúntenle a Osama
ben Laden. (Aplausos) […] Si usted se mete con los americanos
[léase, los estadounidenses], nosotros arremetemos contra usted.
(Aplausos). Eso puede llevar tiempo, pero tenemos buena memoria y no hay
nada fuera de nuestro alcance. (Aplausos) » [4].
Este
argumento puede convencer únicamente a quienes todavía crean que los
Navy Seals liquidaron a Osama ben Laden en Pakistán, en 2011. Pero no
hay mucha gente convencida de eso.
Los demás no valen nada
Al abordar el equilibrio mundial de este momento, el presidente Obama afirmó:
«El
Medio Oriente está pasando por una transformación que, dado el
enraizamiento de conflictos milenarios, durará una generación.
Dificultades económicas se abaten sobre una economía china en
transición.
A pesar de la severa contracción de su economía, Rusia utiliza sus
recursos para sostener a Ucrania y Siria, Estados-clientes que estaban
saliéndose su órbita. Y al sistema internacional que construimos después
de la Segunda Guerra Mundial se le está haciendo
difícil seguir el ritmo de esta nueva realidad.» [5].
Nadie
sabría decir cuáles son esos «conflictos milenarios» que sacuden el
Medio Oriente. La realidad es que, desde los tiempos de Jimmy Carter,
Washington ha hecho todo lo posible por sabotear a los Estados
que se desarrollan, recurriendo para ello a los Estados que se regodean
en su propia ignorancia, como Arabia Saudita. Pero esa fórmula retórica le permite justificar el caos actual y posponer la solución del problema
hasta la próxima generación.
Es
cierto que la economía china está en plena transición. Pero, lo mismo
sucede con la economía de Estados Unidos, que está deslizándose del
crecimiento hacia la depresión. El actual descenso de las bolsas
chinas no refleja la realidad económica. En primer lugar porque las
principales empresas chinas son públicas o se cotizan en las bolsas
occidentales y también porque ese descenso tiene que ver con la guerra
entre el yuan chino y el yen japonés. La devaluación
del yen, planificada por el primer ministro japonés Shinzo Abe está
empujando a China a devaluar su propia moneda.
La
contracción de la economía rusa, por su parte, no es resultado de
debilidades intrínsecas sino consecuencia del embargo occidental,
embargo que obliga a Moscú a desarrollarse hacia el este, lo cual quería
hacer desde hace tiempo. Por otro lado, es ridículo afirmar que Ucrania
y Siria eran Estados-clientes de Rusia. Sin ser anti-ruso, el gobierno
de Viktor Yanukovich no era pro-ruso. En cuanto a Siria, desde el
derrumbe de la URSS, Siria había interrumpido la
mayor parte de sus relaciones con Moscú, y no había logrado
reactivarlas en 2007. Al recurrir a tales mentiras, Obama está tratando
de disimular una derrota: es una manera de afirmar que no importa que
Crimea ahora sea rusa y que Siria se haya hecho pro-rusa
porque siempre lo fueron.
Finalmente,
después de haber afirmado que los demás Estados no valen gran cosa
comparados con Estados Unidos, el presidente Obama deploró que la ONU
esté teniendo dificultades para adaptarse, sin precisar
a qué tendría que adaptarse. Seguramente estaba refiriéndose al hecho
que, bajo la dirección del surcoreano Ban Ki-moon y del estadounidense
Jeffrey Feltman, la ONU no sólo ha dejado de actuar a favor de la paz
sino que incluso está organizando la guerra,
como ha podido verse desde 2012 en el caso de Siria. Por consiguiente,
numerosos Estados están tratando de fundar instituciones alternativas.
Los BRICS ya han creado un sistema bancario alternativo, al margen del
FMI y del Banco Mundial. Una tras otra, todas
las instituciones que Washington fundó van a tener que enfrentar la
competencia de otras nuevas, de las que Washington se verá excluido.
Para
terminar su discurso, Barack Obama llamó a realizar una reforma del
sistema parlamentario estadounidense, que debería liberar al Congreso de
la influencia de cabilderos y grupos de presión. Se trata de
un tema popular en un país donde sólo un 3% de la población se estima
democráticamente representado en el Congreso. Pero es evidente que el
presidente no hará nada por concretar ese piadoso deseo. Lo dijo
solamente para convencer a sus conciudadanos de que
todavía pueden confiar en su régimen.
Menos de la mitad de los congresistas aplaudieron su discurso.