Algo que les comentaba en post anteriores sobre la perdida del bono demográfico de Jóvenes en la Milpa Mexicana
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México vive un momento decisivo de su historia demográfica, que definirá el curso del País quizá para todo el siglo. Una persona de 26 años tiene todo un futuro por delante. En la sociedad actual, alguien de esa edad es realmente un joven. Puede aspirar a mejorar su vida o quizás a vivir largos años de penuria. Está en un momento decisivo. Bueno, pues México es precisamente ese joven. Los 26 años son la edad mediana, es decir, la que está en el punto medio de la pirámide poblacional del País. No hace muchos años éramos prácticamente un país de adolescentes. Cuando se realizó el Mundial de Futbol de 1970 y Echeverría ganó la elección presidencial, teníamos una mediana de 17 años. Cuatro décadas más tarde avanzamos 9 años más. Esto significa que hay menos niños y adolescentes, y empieza a haber más personas de la tercera edad, pero sobre todo hay muchos más que están en sus 20 o 30 años. En diversas ocasiones le he comentado la ventaja que da a la economía nacional ese momento del proceso demográfico. Otros países lo vivieron hace ya algún tiempo y están ya más maduritos. Por ejemplo, en los Estados Unidos la edad mediana es de 37 años; los españoles andan en los 40 años o los japoneses ya llegan a los 45 años. Incluso en América Latina ya hay países "mayorcitos". En Argentina están en los 30; en Chile en los 32 y en Uruguay en los 37 años. Este hecho se refleja en otra variable demográfica muy importante: la relación de dependencia. Esta es la proporción entre la población dependiente económicamente, es decir, menores de edad y ancianos, y la población que está en edad productiva (15 a 64 años). La proporción hoy es de 62 dependientes por cada 100 productivos. En 1970, hace cuatro décadas, eran 108 dependientes por cada 100 productivos. Esto significa lo que ya le hemos platicado en diversas ocasiones: hay familias más pequeñas y más generadores de ingresos en cada hogar. Las tendencias indican que esta proporción bajará aún más en esta década y en la siguiente, y probablemente empezará a subir a partir de 2030 porque para esos años habremos más viejos. Los hogares mexicanos han cambiado mucho. Si usted tiene suficientes años, seguramente se acordará de que no eran nada inusuales en la década de los 60 las familias en las que había 6 o 7 hijos, o incluso más. Aún en 1970, el número de hijos en promedio por cada mujer casada era de 5. Era de 4.2 en el caso de quienes vivían en unión libre. Hoy es de 3.3 para las mujeres casadas y de 2.5 para quienes viven con pareja pero sin casarse. La cantidad baja aún más en las ciudades y más todavía en el caso de parejas jóvenes. Por ejemplo, en las mujeres que tienen de 20 a 40 años y que viven en el DF, el promedio es de 1.4 hijos. A veces puede sonar reiterado, pero todo este cuadro demográfico nos da una oportunidad única, que no se va a repetir.