Integro les dejo el artículo sobre un gran escritor y
critico de la política imperialista Gringa, acaecido el pasado 31 de julio
2012.
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Gore Vidal murió el 31 de julio. En el 2005 lo entrevisté en mi
programa semanal de radio-TV “Hot Talk”. Nos habíamos conocido unos
años antes en una cena en casa de Marc Raskin en Washington, D.C., donde
presencié como monopolizaba la conversación destruyendo verbalmente al director
de un importante museo. “Es un farsante, uno puedo olerlo”, explicó
más tarde Vidal la razón de su ferocidad.
“Y hace tan poco por el beneficio del público. Piensa solamente
en cada exposición en su museo como otra marca en el cabo de su revólver
–un típico burócrata de Washington. Los desprecio”.
En la entrevista televisada demostró nuevamente su desprecio, esta vez
por la gente que dirigía el país, no un museo. “Los Padres Fundadores
temían a los reyes y a los tiranos, así que dejaron en claro en la Constitución
que ningún hombre podía declarar la guerra, solo el Congreso. Desde que terminó
la 2da. Guerra Mundial hemos tenido muchas guerras: el Congreso no ha declarado
una sola de ellas.
El hombre que escribió Guerra
perpetua para paz perpetua y Soñando
la guerra: la junta militar Bush-Cheney sobresalía como ensayista,
pero se hizo más conocido como el escritor de novelas históricas de EE.UU., así
como autor teatral y guionista de cine. Su guión para The Best Man, un excelente filme,
actualmente se presenta de nuevo en Broadway.
En 2006 acompañé a Gore por toda Cuba. Tenía 80 años y no podía caminar
bien, pero usaba una silla de ruedas. Los cubanos lo entrevistaron para la
televisión, lo invitaron a pronunciar un discurso literario y a responder
preguntas después en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. El local
estaba repleto de académicos y fanáticos de la literatura que habían leído sus
libros y le hicieron preguntas interesantes. “Los cubanos me han tratado
con más bondad y reverencia que mis propios compatriotas”, comentó. En
una cena informal en la mansión de la Sección de Intereses (no hay embajada
formal porque no hay relaciones formales con Cuba), un diplomático
norteamericano comenzó a aburrir a sus invitados, todos ellos miembros de la
expedición de Gore Vidal. Cansado de tolerar la tediosa conversación del
diplomático, el ex presidente del Senado de California John Burton interrumpió
al diplomático: “¿Y qué nos ha hecho Cuba para merecer tanto castigo?”
El diplomático comenzó una letanía acerca del abuso de los derechos
humanos. Burton lo interrumpió. “Los chinos mataron a miles de
norteamericanos en Corea, los vietnamitas mataron a decenas de miles en la
guerra de Vietnam. Ambos países están dirigidos por gobiernos comunistas de un
solo partido y ninguno tiene buenos antecedentes en derechos humanos. ¿Y qué
nos ha hecho Cuba?”
El diplomático comenzó de nuevo con los antecedentes de Cuba en materia
de derechos humanos. Burton dijo una palabrota y abandonó intempestivamente la
mansión. Vidal aplaudió. “El tipo de político que me gusta”,
exclamó, “desafortunadamente no puede aspirar otra vez al cargo”.
Más tarde Vidal opinó acerca de la maldición de la “seguridad
nacional”. Esas dos mágicas palabras hacen desaparecer la Carta de
Derechos a capricho del presidente. Lincoln las usó para suspender el habeas corpus, cerrar periódicos y
presidió sobre la más sangrienta guerra de la historia porque había prestado un
juramento inscrito en el Cielo de librar la guerra para preservar la Unión.
Vean lo que Truman, Eisenhower. Kennedy, Johnson, Nixon et al. han hecho en nombre de esas dos
mágicas palabras. Reagan las llevó a nuevas alturas con Irán-Contra. Convirtió
en queso suizo el preámbulo de la Constitución, lo llenó de huecos”.
“Vaya”, dijo para terminar su discurso, “heme aquí,
en la primavera de mi senilidad”.
Los cubanos le mostraron La Habana Vieja, sus maravillas
arquitectónicas y sus antiguas calles y lo llevaron a la Escuela
Latinoamericana de Medicina para conocer a los estudiantes, incluyendo a un
grupo de Estados Unidos que estudiaba Medicina gratuitamente.
Su séquito incluía a dos ministros del gobierno, el presidente del
parlamento cubano y varios cubanos comunes que había conocido y simpatizado con
ellos.
Camino al aeropuerto para tomar el vuelo de regreso, Vidal habló de su
pesimismo por el futuro de Estados Unidos: “La estupidez de nuestra
política hacia Cuba tiene equivalentes en otras partes, así como en las guerras
en Iraq y Afganistán. Estamos en guerra con el pueblo y la tierra y estamos
perdiendo el control de la economía. La corriente se ha puesto en contra
nuestra”.
De regreso en Estados Unidos, en un restaurante un camarero dijo a
Gore: “Pase usted buen día”, a lo que el gran escritor respondió:
“Lo siento, pero tengo otros planes”.
En su vida escribió 23 novelas, incontables ensayos, guiones de cine y
obras de teatro. Se postuló para un cargo, actuó en el cine y sirvió de
ocurrente comentarista de TV en política y cultura. Vivió durante décadas con
su compañero Howard, quien murió en 2003. Cuando le preguntaron cómo pudo
sostener una relación tan larga, bromeó: “Nada de sexo”.