La gran periodista Lidia Cacho que denuncio casos de pedofilia de alto
nivel en México y ha sufrido muchas amenazas habla sobre el ataque a huevazos
contra su colega Adela Micha en Veracruz.
Adela Micha se encontraba en el Congreso de Veracruz, donde
representantes del gobernador Duarte y de la Universidad Popular Autónoma de
Veracruz le entregaban un título honoris causa a quien calificaron como
“ejemplo del periodismo actual y la libertad de expresión”. Dos
jóvenes, ahora detenidos, lanzaron dos huevos a la condecorada, uno de ellos se
reventó en el hombro, el otro nunca le pegó. Adela, sonriente, les dijo que
estaban demasiado caros para desperdiciarlos. Acto seguido, el Presidente y una
decena de políticos expresaron ante los medios su preocupación por el
“grave ataque al periodismo”. Lo
que sucedió con Adela Micha fue en realidad una grosería, inaceptable
ciertamente, y contrario a lo que hicieran los políticos, la misma Adela sí le
dio la proporción que merecía. Ella sabe que ataque fue lo que le
sucedió, en Veracruz, hace unos meses a la reportera Regina Martínez, asesinada
en su propia casa por investigar los vínculos de corrupción entre militares, el
narco y el gobierno veracruzano. Ataque el que sufrió Sanjuana Martínez,
arrestada ilegalmente por un comando armado en Nuevo León por un caso civil.
Ataque las amenazas de muerte con evidencia clara a la periodista Anabel
Hernández, especializada en narcotráfico y una de las más fuertes críticas de
Genaro García Luna.
México ocupa el penoso primer lugar
en agresiones a mujeres periodistas en América Latina. 13 han sido asesinadas y
100 han recibido amenazas de muerte y hostigamiento judicial y criminal. Está claro que resulta tan grave la
violencia contra los hombres como contra las mujeres, pero hace falta
documentar el sexismo; porque además de amenazarle con asesinarlas, el
componente de otras violencias misóginas está presente. Todas las formas de
violencia sexual, desde tocamientos por parte de policías y militares que las
detienen, hasta la violación, están presentes en cada caso. Por ello aparecerá
esta semana en México el Informe Diagnóstico sobre Violencia contra Mujeres
Periodistas, elaborado por el equipo de Comunicación e Información de la Mujer
AC (CIMAC), la primera agencia noticiosa especializada en aplicar la
perspectiva de género al tratamiento de las noticias. CIMAC se fundó en 1988 y
fue de sus creadoras de quienes aprendí a hacer periodismo de investigación en
esos años, Lucía Lagunes y en aquel entonces Sara Lovera, con quienes comencé a
hacer reportajes sobre la condición social de las mujeres y niñas cuando en
México no teníamos una sola ley que reconociera la violencia de género. Con
ellas documentamos los primeros feminicidios en Ciudad Juárez, y no existe otra
agencia en el país que cubra las noticias de forma tan integral y seria. Ahora,
con este informe, el primero de su tipo en Latinoamérica, elaborado con una de
las metodologías más meticulosas y formales que he visto, revelan los
verdaderos alcances de la violencia contra las mujeres periodistas y por qué
debe diferenciarse de la perpetrada contra nuestros colegas varones. El próximo 4 de octubre será un día importante para
estar en el Museo de la Memoria y la Tolerancia de la ciudad de México, allí se
dará a conocer este informe que revela los verdaderos alcances del persistente
intento de criminales, políticos, empresarios, policías, jueces y militares
para silenciar a las mujeres que ejercen el periodismo en toda la geografía
nacional. En los últimos años he conocido a una veintena de
directores de periódicos en México, la mayoría nomás al saludarme me han dicho
que están orgullosos de tener una redacción donde las mujeres ocupan más de 50%
de los puestos como reporteras y editoras. Insisten en la importancia de su
trabajo, en su responsabilidad y formalidad, en su sensibilidad para mirar
desde otro lugar las noticias, tal vez, dicen ellos, son más empáticas por ser
madres, por ser mujeres. Yo creo que ejercer un periodismo ético no es cuestión
de género. Lo cierto es que en un país sexista las periodistas que incursionan
en la investigación seria se juegan la vida y la libertad de maneras distintas
que los hombres.
Tenemos muy buenos informes de agresiones a los periodistas, éste es el
primero que va más allá de lo dicho. CIMAC tiene un mérito inmenso. Ojalá el Presidente y quienes levantaron la voz por
el huevazo a Adela, miren también las balas, la tortura, los arrestos ilegales,
los golpes y feminicidios de las periodistas que no son famosas, pero sí
indispensables en sus comunidades.