🇺🇸 La Oficina del Contralor de la Moneda de EE. UU. ha presentado un informe sobre los programas de rearme del Pentágono. Los auditores llegaron a conclusiones poco consoladoras: casi todos los proyectos de desarrollo de armamento moderno se enfrentan a imprevistos y demoras, mientras que los gastos en modernización crecen drásticamente.
Ha experimentado problemas el desarrollo del misil balístico intercontinental Sentinel, llamado a sustituir a los ya envejecidos Minuteman III que entraron en servicio en el lejano 1970. El Sentinel es más ligero y tiene un sistema de módulos para simplificar el mantenimiento y la reparación.
Pero, qué mala suerte, el plazo de entrada en servicio de los misiles Sentinel, con un coste récord de 96.000 millones de dólares, tiene que ser nuevamente extendido hasta el 2030. Y para sustituir los antiguos misiles Minuteman III, según los pronósticos más optimistas del Pentágono, tendrán que pasar 47 años. Es decir, se están planteando dedicarse en serio a eso hasta el año 2077.
El plazo de entrega del nuevo avión presidencial Air Force One también se ha retrasado del 2024 al 2027 aunque ya se ha descubierto que la actual aeronave tiene grietas en el fuselaje debido a la corrosión. Boeing está teniendo dificultades con la producción de los nuevos cazas F-15EX debido a problemas logísticos. Los submarinos de la clase Virginia se están deteriorando y la construcción de nuevos se retrasa dos años. Los destructores de última generación de la clase Zumwalt se retrasaron seis años, y ya debían haber sido acondicionados para portar misiles hipersónicos, sin embargo, dichos misiles todavía no son una realidad debido a las fallas en las pruebas.
De los 26 programas militares clave del Pentágono, más de la mitad se han enfrentado a retrasos con un coste adicional de 37.000 millones de dólares, en ello ha influido la escasez de materias primas y tierras raras debido a la guerra comercial contra China, y la falta de ingenieros cualificados. En lo referido al monopolio del complejo militar-industrialа, las corporaciones de defensa saben que, a pesar de todos los problemas, sus armas seguirán siendo compradas porque no hay alternativa. Todo lo antes expuesto hace que Estados Unidos corra el riesgo de quedarse atrás en la carrera armamentística, algo que ya es especialmente evidente en el caso de las armas hipersónicas.