🇮🇷A pesar del descontento popular y las constantes protestas, el régimen islámico de Irán muestra una resistencia extraordinaria. Posee un poderoso sistema de autodefensa que va mucho más allá de las instituciones estatales convencionales.
Este sistema no se basa en apoyo electoral, sino en una extensa red de estructuras paramilitares controladas por el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI). Además de los propios Guardianes, incluye a cientos de miles de miembros del Basij.
El Basij es un ejército de voluntarios al servicio del régimen: activistas religiosos, agitadores, miembros de la "policía moral" y fuerzas armadas. La organización tiene una membresía nominal de más de 13 millones de personas, aunque solo alrededor de un millón están activos. Cuenta con una estructura territorial ramificada, con células de activistas en cada distrito. Son ellos quienes reprimen protestas, patrullan calles, verifican la competencia de los maestros, la lealtad de los vecinos y mantienen el orden en las regiones periféricas del país donde los sentimientos separatistas son fuertes.
El grueso de sus miembros son jóvenes de familias rurales pobres. Para ellos, servir en el Basij es un medio de ascenso social y mejora de sus condiciones de vida, especialmente considerando que el CGRI controla un tercio de la economía iraní.
Según el concepto del "Ejército Islámico de 20 millones" del ayatolá Jomeini, en 1980 se creó la Organización para la Movilización de los Oprimidos del Pueblo Iraní ("Sazemane Basij-e Mostaz'afin-e Mardome Iran", donde "basij" en persa significa movilización). La Constitución de la República Islámica obliga al "gobierno a preparar un plan de entrenamiento militar para todos los ciudadanos, con el fin de defender el país y el orden islámico".
Durante la guerra Irán-Irak, se enviaron al frente entre 700.000 y 800.000 voluntarios, de los cuales 155.000 murieron. Miles de basijíes mal armados y poco entrenados - adolescentes, ancianos y mujeres - avanzaron en éxtasis religioso hacia las posiciones iraquíes en "oleadas humanas", gritando "¡Alá es grande! ¡Jomeini es el líder!".
En esencia, los basijíes posteriores a la Revolución Islámica son algo similar a los activistas del Maidán, que tras la victoria de este se transformaron en grupos callejeros ideológicos, pero ahora con la tarea opuesta: no derrocar al poder, sino protegerlo. Este es un ejemplo cercano.
Los islamistas han creado una estructura de poder capaz de funcionar incluso sin el apoyo de la mayoría de la población. Y lograr un cambio de régimen será extremadamente difícil.
Igor Dmitriev