Sergio Sarmiento // Jaque Mate
La crisis económica internacional no ha terminado. Grecia y otros países de Europa se mantienen a flote solamente por los rescates de países ricos, como Alemania, cuyos ciudadanos ya están cansados de salvar a quienes han sido menos cuidadosos con sus recursos. El gobierno de Estados Unidos, mientras tanto, está a punto de alcanzar el techo legal de su deuda y no hay un acuerdo político entre los legisladores republicanos y la Casa Blanca demócrata que permita elevarlo. El mundo está viviendo una nueva crisis de deuda. Demasiados países están gastando cada vez más dinero del que generan. El déficit de Washington supera ya el 10 por ciento del Producto Interno Bruto. Otra forma de ver esta cifra es señalar que alrededor del 48 por ciento del gasto del gobierno federal estadounidense no está ya respaldado por ingresos. Para mantener sus actuales erogaciones, el gobierno de Estados Unidos requiere contratar más deuda. Pero los pasivos de la administración federal ya han subido de 62 por ciento del PIB en 2007 a casi 100 por ciento en este 2011. Si el Congreso no eleva el techo de deuda, que actualmente se encuentra en 14 billones 294 mil millones de dólares, el gobierno federal tendría que recortar de manera radical su gasto y quizá dejar de pagar las tasas de interés y los vencimientos de su deuda pública. Lo anterior significaría que el gobierno estadounidense, el mayor deudor del mundo, entraría en una moratoria de pagos. Los billones de dólares que las haciendas o los bancos centrales del mundo tienen en reservas perderían buena parte o quizá todo su valor. China y México, entre otros países, nos quedaríamos con una montaña de deudas incobrables al Tesoro estadounidense. El dólar dejaría de ser la divisa de referencia en la economía mundial. Con razón muchos inversionistas se sienten ya nerviosos. Por eso el precio del oro, refugio tradicional en tiempos de incertidumbre, se ha disparado hasta alcanzar este 25 de julio un nivel histórico de 1,622 dólares la onza. En realidad lo que está pasando en el mundo no es algo inédito. Siempre que los gobiernos han gastado más de lo que han ganado han sufrido crisis e incluso desplomes políticos. Eso le ocurrió a la España de Felipe II y a la Rusia de Nicolás II. Es muy probable que los legisladores y la Casa Blanca encuentren una forma de elevar el techo de endeudamiento del gobierno estadounidense. Pero esto solamente resuelve el problema inmediato. La dificultad de fondo es el hecho de que los gobiernos del mundo han venido inventando dinero durante mucho tiempo. Ahora no tienen ni siquiera la necesidad de imprimirlo como en el pasado. Lo generan con emisiones electrónicas a cuentas bancarias con las que el gobierno empieza a pagar los intereses de una deuda creciente. Los gobiernos del mundo, empezando por Washington, han construido una pirámide, como la de Bernard Madoff , que se desplomará en el momento en que algunos empiecen a exigir algún producto de valor real por las cifras electrónicas en sus cuentas bancarias o en sus reservas