El recorte Español no ha terminado
Gran analogía de lo que pasa en España les dejo el artículo de Ernesto Campos.
Enrique Campos // La Gran Depresión
Economías
europeas, como la española, están obesas, el consumo excesivo de euros y la
falta de una dieta balanceada los tienen hoy hipertensos. ¿A quién conviene que
España, Italia o Grecia tomen medidas extraordinarias para corregir sus
problemas fiscales y de deuda? Al final, conviene a todos, empezando por los
habitantes de esos países, sus vecinos y al resto del mundo. ¿A quién le gustan
las medidas de austeridad y de corrección fiscal? Seguro que a nadie. Es como
ponerse a dieta. Alguien que disfruta de comer en exceso tacos, tortas,
hamburguesas, etcétera, tiene la conciencia de que puede afectar su salud. Sin
embargo, lo hace. Cuando el doctor le advierte sobre sus niveles de colesterol,
triglicéridos y demás, puede tomar la decisión de corregir sus problemas o
ignorarlos y morir. Economías europeas, como la española, se les observa
obesas: el consumo excesivo de euros prestados y la falta de una dieta
balanceada de ingresos y gastos los tienen hoy hipertensos en lo económico y en
lo social.
El doctor
(en economía, por supuesto) le escribe al paciente una receta en alemán que
obliga al paciente ibérico a un tratamiento que incluye mucho ejercicio fiscal
responsable y la baja en el consumo de calorías presupuestales. Y así como un
paciente obeso no es una persona bien nutrida, un país con un gasto excesivo no
es una nación con buena salud económica. España tiene que enfrentar la dieta
obligatoria en momentos en que el corazón laboral está fallando con más de 20%
de desempleo. Se enfrenta el cuerpo económico español a un taponamiento en las
arterias del crédito, derivado de un exceso de grasa hipotecaria, préstamos
incobrables de viviendas negociadas con precios inflados que hoy no valen lo
que se debe por ellas. Y, como complemento de la enfermedad, está la política
partidista que es peor que una caries en la muela del juicio. Grecia está hoy
en el olvido mediático,
pero no
está lejos de la zona de peligro. Internamente, ese país mediterráneo enfrenta
la realidad de no tener motores internos lo suficientemente fuertes como para
pensar que el país helénico podría salvar su permanencia futura en el euro.
Italia trata de hacer ejercicio todos los días, pero no puede evitar de vez en
cuando voltear y darle una mordida a la pizza del gasto excesivo. Y España,
ahora tiene que cumplir con una relajada meta de control de peso del déficit
que le da la opción de regresar al cuerpo esbelto o morir en la obesidad de su
irresponsabilidad financiera. El que menos podría sorprenderse hoy de la
situación financiera y económica de España es el presidente del gobierno,
Mariano Rajoy. No sólo es un hombre informado que sabía que buscaba el poder de
un país en problemas, sino que usó la información negativa como una forma de
restarles votos a los socialistas.
El
presidente del Partido Popular se ha mostrado como un estadista a la altura de
los problemas. Pero, cómo olvidar que para convencer a los electores les
ofreció la esperanza de bajar de peso comiendo helado. La oferta de bajar los
impuestos fue irresponsable y hoy se come sus palabras. Les prometí bajar los
impuestos y hoy voy a subirlos porque las circunstancias han cambiado, dijo
ante los diputados el presidente Rajoy. Tiene valor que asuma su
responsabilidad. No es algo a lo que estemos acostumbrados acá, en México. Y
aunque el cinismo desconcierta, no alcanza para tranquilizar a un país que,
siguiendo con la analogía alimenticia, comió voluntariamente, engordó sin poner
atención a ello y enfermó sabiendo que sucedería. El IVA sube, el sueldo de los
burócratas baja, el empleo en el sector público también se pierde, el seguro de
desempleo se acota. La mesa que solía adornarse con una fabada, lonches de
Jabugo y un cochinillo, ahora se limita a comer lechuga para sobrevivir. El
propio Rajoy se bajó el salario en 65,000 euros durante los próximos dos años y
medio. Pero, como decíamos al principio, estas medidas tranquilizan al mundo, a
los mercados, al resto de los europeos. Pero afectan a la población local. La
marcha negra que entró ayer a Madrid, como en su momento el 15-M de la Puerta
del Sol, es una manifestación social de inconformidad ante la crisis. Sean los
mineros, los jóvenes o cualquier otro grupo social, lo que se acumula es más
presión. Ojalá que España logre ponerse en forma sin muchas cicatrices y que,
en adelante, modere su dieta financiera.