Increíble cifra que obtiene según el estudio de la Academia China de
Ciencias (ACC) sobre el sistema que Estados Unidos domina principalmente por el
papel basura Dólar y por su poderoso Ejercito que ya lleva 2 derrotas en lo que
va del siglo XXI, les dejo el articulo del Maestro Alfredo Jalife
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Yu Ning, del portal chino Global Times (10/1/13), sintetiza un reciente
reporte estrujante de la afamada Academia China de Ciencias (ACC) que expone la
escalofriante cifra de 7.4 billones de dólares (millones de millones: trillones
en anglosajón) que valen los beneficios del sistema global que le aporta su
hegemonía a Estados Unidos”.
Los 7.4 billones de dólares no son
peccata minuta: constituyen 9.36 por ciento del PIB global, prácticamente de 79
billones de dólares (medido por el poder adquisitivo, cifras del FMI para
2011).
Estados Unidos goza el mayor “bono hegemónico” del mundo:
“la monopolización de ganancias en forma directa o indirecta que gana el
país hegemónico mediante el sistema global que domina”.
Vale la pena definir tal sistema en
forma sucinta desde los acuerdos de Bretton Woods que fincaron la hegemonía de
Estados Unidos, vencedor de la Segunda Guerra Mundial, que impuso organismos
internacionales (que han ido evolucionando en su nomenclatura) para controlar a
países derrotados y fallidos de la semiperiferia/periferia: FMI, Banco Mundial,
OMC, OCDE y sus excrecencias regionales.
Que Nixon en forma unilateral haya roto en 1971 la estabilidad
monetaria y su fijación al patrón oro acordada en Bretton Woods no varió en
absoluto la hegemonía del sistema global por Estados Unidos. Todo lo contrario:
exhibió que con los mismos organismos
internacionales bajo su férula, Estados Unidos es capaz tanto de dominar mucho
más intensamente bajo la inestabilidad cambiaria y su caótica flotación de divisas,
concomitante a crisis financieras intermitentes, como de profundizar su
hegemonía financierista mediante la globalización neoliberal anglosajona
respaldada por su pletórico arsenal nuclear y afianzada por sus triunfos en la
Segunda Guerra Mundial y la guerra fría.
Justamente las derrotas militares de Estados Unidos en Afganistán e
Irak en la primera década del siglo XXI han puesto en crisis la hegemonía de
Estados Unidos, que se acentuó con su debacle financiera de 2008, lo cual ha
llevado a la creación disfuncional del G-20 y a la eclosión de los BRICS
(Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), que no han podido, dígase lo que se
diga, transformar el ancien régime del sistema hegemónico que sigue dominando
Estados Unidos, aunque se encuentre en su fase agónica.
El reporte de marras sintetiza 10
formas que usa Estados Unidos para ganar su “bono hegemónico”,
entre las cuales se encuentran la hegemonía
del dólar (nota: el dolarcentrismo financierista, que maneja alrededor de 65 por ciento de los intercambios
globales de divisas), el comercio inequitativo y los beneficios de
los derechos de propiedad intelectual.
La ACC construyó un modelo que arrojó el azorante monto del “bono
hegemónico” de Estados Unidos. Yu Ning aduce que su “naturaleza
científica y su precisión requieren más pruebas”, pero que a favor de su
investigación se encuentra que arroja luz de la percepción global de que
Estados Unidos ha dominado extensamente el sistema internacional y que,
especialmente, el dolarcentrismo le genera “considerables beneficios
económicos”.
Yu Ning trae a colación que
“desde los acuerdos de Bretton Woods, el mundo ha estado bajo la
hegemonía del dólar durante 68 años”.
Han existido reticencias notables, como la del general Charles de
Gaulle, quien calificó de un “privilegio exorbitante” al estatuto
favorable al dólar, lo cual –quizá– le valió su defenestración.
Yu Ning coloca el dedo en la llaga: “Estados Unidos puede todavía
pagar sus facturas imprimiendo billetes, mientras el dólar permanezca la divisa
mundial”, pese a que su “presente economía estancada disminuya su
influencia económica en el mundo”.
Pese al optimismo inicial para la creación de una “divisa
BRICS”, no será sencillo suplantar el dolarcentrismo y Estados Unidos, a
mi juicio, es capaz de forzar una tercera guerra mundial con tal de mantener su
estatuto privilegiado. Incluso, al yuan chino, como divisa competitiva del
dólar –cuando el euro ha sido vapuleado en los mercados teledirigidos por
la bancocracia anglosajona–, le tomará mínimamente una década para su
posicionamiento global, mientras los otros miembros restantes de los BRICS
sufren los embates de la “guerra de las divisas” dentro del sistema
internacional dominado por el dolarcentrismo.
En paralelo, Samir Saran y Vivan Sharan, funcionarios de Observer
Research Foundation, con sede en Nueva Delhi, exponen “seis razones por
las que los BRICS son relevantes”, ensayo al que el portal chino Global
Times (10/1/13) le ha dado mucho vuelo como réplica al artículo tóxico en The
New York Times (30/11/12) del hobbesiano Ian Bremmer, presidente de Eurasian
Group (vinculado a Bank of America y Pricewaterhouse), quien redujo a los BRICS
a un vulgar “acrónimo” sin fundamento.
Para el neoliberal hobbesiano Bremmer los BRICS se reducen a un solo
país: China. El ultrarreduccionismo de Bremmer no captura que la multipolaridad
de China se mueve en el seno de los BRICS mientras que la unipolaridad de
Estados Unidos pasa por la demolición del grupo pentapartita. Esta es la
batalla del destino que tiene como foco de atención la vigencia del
dolarcentrismo.
Yu Ning acepta que el declive de Estados Unidos se ha vuelto un tema de
discusión, a grado tal que cita el célebre reporte de diciembre de 2012 del
estadunidense National Intelligence Council, que sentencia que en 2030 no existirá ningún poder hegemónico cuando el
ascenso de China lo colocará como “la mayor economía e influencia de la
cultura asiática que superaría la cultura de Estados Unidos y Europa”.
Admite también que “el liderazgo global de Estados Unidos ha sido
afectado y su hegemonía es crecientemente desafiada” como consecuencia de
sus “dos guerras frustradas en el Medio Oriente y su crisis
financiera”.
Pese a todos los tropiezos de Estados Unidos, Yu Ning es precavidamente
realista: “Estados Unidos no se
resignará fácilmente a un estatuto declinante. Luchará para mantener su
hegemonía en su economía, en su militarismo, tecnología y cultura”. ¡Sin
duda!
Yu Ning lanza un mensaje de apaciguamiento para no indisponer al
gigante herido estadunidense: “El ascenso de China coloca amenazas a
Estados Unidos, pero China no tiene la intención de asumir el poder hegemónico
de Estados Unidos”. Cierto.
Estados Unidos ha sido hegemónico desde la Segunda Guerra Mundial,
cuando pervivió de la bipolaridad con la URSS hasta 1991 y, a partir de
entonces, de la unipolaridad, hoy desfalleciente. Mientras el ascenso de China
se insinúa en el incipiente nuevo orden multipolar, lo cual, de cierta manera,
serena cualquier veleidad hegemónica.
Muy realista, Yu Ning aduce que “es improbable que algún país
sustituya a Estados Unidos en un corto (sic) periodo. China y los otros países deben permanecer sobrios,
pero Estados Unidos puede crear más disturbios en la región (sic) para mantener
su antigua hegemonía”. Se ha de referir por
“región” a la doctrina Obama del “pivote” y a la
preocupante escalada de tensiones de Japón con China.
En China sus geoestrategas han de haber leído cuidadosamente la obra
que nunca será suficiente recomendar: Caos y orden en el sistema-mundo moderno,
de Giovanni Arrighi y Beverly Silver, que aduce que en Occidente desde el siglo
XVIII, fase de la hegemonía mundial holandesa, los cambios del orden financiero
del momento se han definido, desgraciadamente, por la vía militar.