El
objetivo de Estados Unidos desde el fin de la Guerra Fria es impedir el
nacimiento de potencias regionales que puedan crecer y disputar su
hegemonía global.
De
acuerdo al informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus
siglas en inglés) la demanda de energía crecerá cerca de un tercio
hasta 2035, esto derivado de la expansión de China, India y Medio
Oriente, en este mismo informe aparece como estrella Brasil poniéndolo
como estrella de las nuevas tecnologías para agua profundas y
ubicándose como un productor de crudo importante.
Con
estos nuevos proyectos el país carioca duplicara su producción a 4.1
millones de barriles diarios para 2020 y en 2035 alcanzando 6.5 millones
de barriles diarios, colocándose como el sexto productor mundial.
La
IEA también pronostica que Brasil se volverá líder en combustibles
renovables, y en 2035 teniendo el 40% del comercio global de
biocombustibles, Brasil cuenta con las suficientes tierras cultivables
para poder alcanzar esa meta o superarla.
Todas
estas estimaciones de acuerdo al despeño de la empresa estatal
Petrobras, tan solo este año invirtieron 50,000 millones de dólares para
no quedarse rezagados en ese campo, adicional de instalar 9 plataformas
para aguas profundas y comenzar con la delimitación y exploración del
gigantesco campo.
Para
Estados Unidos esto representa una nueva amenaza en lo que ellos llaman
“su patio trasero” por lo cual intentara su clásica estrategia de
desestabilización de los vecinos del enemigo en lugar de una estrategia
de contención como la que aplica contra Rusia y China, ya que la zona
aledaña a Brasil está rodeada de países que no quieren bases imperiales a
excepción de Colombia.
En
una reciente editorial del periódico de The Wall Street Journal la
columnista Mary Anastasia O’Grady ve a Bolivia como la siguiente
Afganistán, en la editorial se detalla como ese pequeño país andino se
ha convertido en un centro de crimen organizado, y algo no confirmado
que es un puerto seguro para terroristas de la zona, un centro de
productores de cocaína, y hoja de coca (considerada por Estados Unidos
una droga), y el peor de los peligros que ve la autora es la influencia
de Irán que financio en su totalidad una base militar para el grupo ALBA
(creado por Hugo Chavez) en la región de Santa Cruz, la influencia de
Irán es tan importante que su embajada es la segunda con más
funcionarios de ese país después de la de Venezuela.
Estados
Unidos con esto puede desestabilizar toda la zona, para hacer crecer
conflictos que duren mucho tiempo y dañen la región.