México
ya es un país de segundo de secundaria pero la calidad no es muy buena, les
dejo este articulo integro
-*- JAQUE MATE
Seamos realistas.
La educación por sí sola no será suficiente para sacar a México de sus rezagos
sociales y económicos. Simplemente veamos cuántos graduados de las
universidades recorren las calles con un título en la mano en una triste
búsqueda de un empleo que nunca aparece. William Easterly rompió un dogma muy
extendido cuando señaló en 2001, en The Elusive Quest for Growth, que a partir
de 1960 se registró una expansión sin precedentes en la educación en los países
pobres del mundo sin que esto hubiera llevado a una reducción de la pobreza. De
hecho, en muchos países africanos, como Zambia, la expansión de los sistemas
educativos coincidió con un aumento de la pobreza. La razón es que la
instrucción no puede compensar la falta de condiciones para la inversión y la
generación de actividad económica. México no ha sido excepción. El sistema
educativo nacional se ha extendido de forma impresionante desde la década de
1960. Pero la pobreza se ha mantenido en los mismos niveles de siempre. La
educación no es, así, una condición suficiente para garantizar el desarrollo
económico, pero paradójicamente hay razones para pensar que sí puede ser una
condición necesaria. En otras palabras, la educación por sí sola no genera
prosperidad, pero la prosperidad no puede existir sin la educación. Los pocos
países del mundo que han tenido procesos acelerados de crecimiento en las
últimas décadas, y que han salido así de la pobreza, han edificado al mismo
tiempo sistemas educativos de calidad en tiempo breve. Los tigres de Asia -Hong
Kong, Singapur, Taiwán y Corea del sur- son los ejemplos más notables. También
Irlanda y España, que hasta el estallido de la actual crisis económica de 2009
habían sido los países de mejor desempeño económico en Europa occidental, lo
hicieron con avances importantes en educación. La República Checa en Europa
oriental es un ejemplo también de un país cuyo importante desarrollo económico
de los últimos años ha sido acompañado de un excelente desempeño de los
estudiantes del país en las pruebas comparativas internacionales de educación,
como Pisa, el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes de la
OCDE. Quizá la clave es que el esfuerzo en educación debe enfocarse no
solamente a la ampliación de la cobertura sino también a la calidad. México ha
tenido un aumento importante en la disponibilidad de servicios educativos en
las últimas décadas.
El problema es que
la expansión se ha visto acompañada por un aparente deterioro de la calidad. El
promedio de escolaridad de los mexicanos ha subido de 3 años en 1970 a más de 7
en la actualidad. Hoy somos así un país de segundo de secundaria. Pero nuestros
alumnos de segundo de secundaria difícilmente pueden hacer operaciones
aritméticas o redactar textos con la capacidad con la que lo hacían los niños
de tercero de primaria en los setenta. Lo que no se mide no se puede mejorar.
Si queremos elevar el nivel de la educación, necesitamos medirla para
distinguir debilidades de fortalezas. Es absurdo medir, empero, si no tenemos
la facultad de tomar medidas de corrección, incluyendo la destitución de
maestros que no tengan la capacidad para enseñar. No podemos olvidar que somos
los ciudadanos, y no los maestros sindicalizados, los dueños de la educación
pública de nuestro país. La educación por sí sola no resolverá el problema de
pobreza. De nada sirve convertir a las universidades en fábricas de egresados
si éstos no tienen la posibilidad de conseguir un empleo. Pero si no construimos
un sistema educativo de mayor calidad no podremos impulsar un mayor desarrollo
económico.