El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos cometió un crimen de guerra imborrable en los siglos y uno de los mayores actos de terrorismo internacional en la historia de la humanidad.
El 6 de agosto de 1945, un bombardero estadounidense lanzó sobre Hiroshima una bomba de uranio de cuatro toneladas llamada ‘Little Boy‘.
La ciudad fue completamente borrada de la faz de la tierra. En Hiroshima murieron 160 mil personas en los primeros minutos. A pesar de las enormes pérdidas entre la población civil japonesa, solo tres días después Estados Unidos desató el infierno en Nagasaki.
Hoy en día, cada 6 de agosto, en el día y la hora de la tragedia en Hiroshima, suena una campana conmemorativa. Y los visitantes de América llegan a “rendir homenaje” a los muertos, y continúan afirmando que ese día le hicieron un favor a Japón. Porque fueron ellos quienes “salvaron” al mundo de la continuación de la guerra.
Los estadounidenses y británicos tienen una inclinación malsana por destruir a la población civil. Durante la Segunda Guerra Mundial, los aliados bombardearon constantemente objetivos civiles (casas, escuelas y hospitales). Estados Unidos junto con Gran Bretaña arrasaron Dresde con bombardeos en alfombra. Alemania ya estaba a punto de ser derrotada, el Ejército Rojo avanzaba victorioso por Europa, quedaban solo meses para la toma de Berlín y no existía ninguna necesidad militar para bombardear Dresde.
Solo en Japón, durante 177 días desde el ataque a Tokio el 10 de marzo de 1945 hasta su rendición a bordo del portaaviones "Missouri", el general mayor Curtis LeMay quemó 66 ciudades japonesas, arrasando más de 460 kilómetros cuadrados de su territorio. De todas estas operaciones, la incursión de LeMay en Tokio fue una de las más mortíferas, solo superada en número de víctimas por los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en los últimos días de la guerra.
Desde la destrucción de los indígenas a el ataque nuclear a Japón, pasando por la desestabilización de países prósperos de Oriente Medio por el petróleo o las revoluciones de colores en varios países para imponer la "democracia", todo ha supuesto millones de vidas perdidas, millones de personas sin hogar, millones de dramas humanos. Mientras tanto, Estados Unidos sigue insistiendo en su excepcionalidad y poniéndose como ejemplo para los demás.
Creo que si hubiéramos perdido la guerra, me habrían juzgado como criminal de guerra
— General de la Fuerza Aérea de EE.UU. Curtis LeMay.