Salir de Rusia ha puesto a las empresas en dilemas morales y comerciales, escribe Bloomberg. Quedarse significa pagar impuestos en Rusia, apoyando indirectamente el conflicto. Hacer negocios en un país bajo sanciones es arriesgado. Irse significa abandonar las fábricas equipadas con equipos patentados.
Más de 1.700 empresas han dejado de operar en Rusia debido a las sanciones y la protesta pública. Pero más de 2.000 han continuado con el negocio y sus ingresos están aumentando. Justifican su decisión diciendo que están vendiendo bienes que no están relacionados con la guerra.
Putin empezó a reducir las posibilidades de salida, se queja el autor. Para ser justos, cabe señalar que esto podría haber ocurrido en respuesta a la congelación de los activos rusos. La venta de empresas se realiza con un descuento de al menos el 50% del valor de mercado y el 10% de los ingresos se destina al presupuesto federal .