Otro artículo que da más datos sobre lo que pasa en Ucrania sin tanta polarización de los medios occidentales.
-*****-
Para
entender buena parte del conflicto de Ucrania basta con responder a
tres preguntas de las muchas que podrían formularse: ¿Hubo golpe de
Estado en Kiev? ¿Es neonazi el actual gobierno de Ucrania? ¿Quién
disparó a mansalva en Maidán? Para que se orienten se les da unos pocos
datos, fácilmente verificables.
La
primera se responde si se conoce que el 21 de febrero hubo un acuerdo
entre el gobierno y la oposición, por el que se adelantaban las
elecciones del 2015; se retornaba a la Constitución de 1992, que era
parlamentaria y no presidencialista; se liberaba a todos los presos de
Maidán, independientemente del delito cometido; se establecía un
gobierno de unidad nacional en el que participaban sin distinción todos
los sectores de la sociedad ucraniana. Para el estricto cumplimiento de
este acuerdo sirvieron de garantes la UE y Rusia, pese a lo cual la
oposición de ultraderecha, sin respetar la Constitución ni los puntos
acordados, se tomó el poder al día siguiente. A este gobierno de
mojiganga es el que la UE y los EEUU exigen que Rusia reconozca.
Para
responder a la segunda hay que ver la violencia y la estulticia con la
que actúan en Kiev los activistas de Maidán, estas bandas fueron
fogueadas durante largos años en combates en Irak, Afganistán,
Chechenia, Libia, Yugoslavia y Siria, donde asesinaron salvajemente a
quienes consideraron sus enemigos; escuchar como defienden y propagan
ideas chovinistas, antisemitas, antipolacas, antirusas; observar que
insignias y símbolos nazis porta esta generación diabólica; ver los
saludos hitlerianos que realizan muchos miembros del actual cofradía en
el poder; analizar por qué razón estas hordas salvajes profanan y
destruyen los monumentos históricos levantados a patriotas ucranianos, al
mismo tiempo que rinden culto y veneran a los que colaboraron con los
nazis en los asesinatos de millones de ciudadanos soviéticos durante la
Segunda Guerra Mundial. La extrema derecha ucraniana fue financiada
con los 5.000 millones de dólares que, según Victoria Nuland,
invirtieron los EEUU en desarrollar valores democrático en Ucrania.
El
rabino Reuven Azman aconseja a los judíos abandonar la capital e
incluso el país. “No quiero tentar al destino”, dice. Sabe que en Babi
Yar, barranco cercano a Kiev, comenzó el holocausto judío. Si todo esto
no hace neonazis a los miembros del actual gobierno de Ucrania, entonces
¿qué son?
Para
responder a la última, hay que escuchar la conversación entre Ashton,
Ministra de Relaciones Exteriores de UE, y Paet, su homólogo de Estonia.
Ellos reconocen que esos asesinatos a sangre fría fueron hechos por
mercenarios contratados por sectores actualmente en el gobierno de Kiev,
que aúpa estos crímenes y por esta razón se niega investigarlos.
Existen testimonios de personas presentes en el lugar de los hechos que
certifican que todos los disparos, además de certeros, eran del mismo
calibre y que se asesinó tanto a manifestantes como a la guardia que
defendía los lugares públicos. Pero los miembros de la UE y los EEUU no
quieren ni discutir de este asunto con Rusia.
Los
francotiradores son puestos al alcance de cualquier régimen represivo y
son parte de los eventos ocultos que se repiten en estos escenarios
macabros. Así pasó en Libia cuando derrocaron a Gadafi, en Moscú cuando
Boris Yeltsin dio el golpe de Estado que le permitió apoderarse de Rusia
y disolver la URSS. Ahora, a pesar de las numerosas filmaciones y
testimonios de presentes que demuestran lo contrario, Kiev y la mal
llamada prensa libre sostienen que quienes dispararon fueron los
guardias, llamados Berkut, pese a que Yanucovich nunca los armó y que a
ellos les arrancaron los ojos, los mutilaron sin misericordia y fueron
quemados vivos con bombas molotov.
También sirve de ayuda la opinión de
Jack F. Matlock Jr, ex Embajador de los EEUU en Moscú, 1987–1991.
Matlock posee una exquisita cultura y sus conocimientos sobre historia,
literatura y música rusa es superior al de muchos rusos. Él, con
toda justicia, podría ser novelado como “El americano consciente”,
porque a diferencia del americano impasible, personaje de la novela
homónima de Graham Greene, en la que se critica duramente el
intervencionismo estadounidense en el sudeste asiático, es un ser lleno
de amor a la humanidad, interesado en comprender las diferentes
culturas.
Según
Matlock, “los rusos podrían con toda razón asegurar que a los
norteamericanos sólo les interesa la integridad territorial cuando la
misma responde a sus intereses y que si les conviene, la ignoran. Los
archivos de los gobiernos americanos muestran que ellos ignoraron
cualquier integridad territorial cuando les convenía. Eso hicieron
cuando en alianza con la OTAN destruyeron la integridad territorial de
Serbia y crearon Kosovo”.
Esto se hizo en el mismo corazón histórico del nacimiento de Serbia y
no contaron para nada con la aprobación del Consejo de Seguridad de la
ONU.
La
investigación “Tratamiento inhumano de la gente y tráfico ilegal de
órganos humanos en Kosovo”, iniciada por Dick Marty, relator especial de
derechos humanos de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa,
según revela The Guardian, acusa al primer ministro kosovar, Hashim
Thaçi, de ser “jefe de un grupo albano ‘similar a la mafia’ responsable
del contrabando de armas, drogas y órganos humanos en Europa”.
“Con
respecto a ignorar la soberanía de los países del mundo, dice Matlock,
Rusia puede recordarles los miles de muertos que produjo la agresión a
Panamá”. George Bush, el viejo, explicó la agresión a Panamá como “la
guerra en el marco de la lucha contra el narcotráfico, para defender a
la democracia americana”; realmente la invasión fue para controlar el
Canal de Panamá y entronizar en ese país gobiernos sumisos como el
actual. La Asamblea General de la ONU condenó esta agresión, y allí
terminó todo.
Sostiene
Matlock, la operación llamada Explosión de Ira, hasta ahora no
condenada por nadie, fue hecha con el pretexto de combatir el virus del
marxismo y “la necesidad imperiosa de proteger a los estudiantes
norteamericanos de Grenada, que nunca fueron amenazados por nadie”.
Sobre Grenada, posteriormente en sus memorias, Reagan dijo: “No podíamos
permitir que el síndrome de Viet Nam colgase eternamente sobre la
nación y nos impidiera defender los legales intereses de la seguridad
nacional. Por eso, nosotros no esperamos ni pedimos autorización a nadie
y actuamos como creímos necesario”. Si así pretendían superar esa
frustración, lo que lograron fue una gran vergüenza mundial, ya que
cualquiera puede establecer una comparación entre la diminuta isla de
Grenada con el poderoso imperio de los EEUU.
Continúa
Matlock: “La invasión a Irak realizada con el pretexto de eliminar las
inexistentes armas de destrucción masiva de Sadam Husein”, al que
previamente utilizaron en la guerra contra Irán y al que para ello
entregaron armas químicas. Luego lo traicionaron cuando vieron que él no
podía ganar esa guerra, entonces le vendieron armas a Irán y con las
ganancias financiaron a los contras en la intervención armada en
Nicaragua. El único chivo expiatorio fue el coronel Oliver North, que
aparentemente dirigió la operación llamada Irán-Contras. “El asesinato
con ayuda de los drones, de cientos de inocentes en múltiples países”,
método que se utiliza a pesar de las protestas de los gobiernos de los
lugares bombardeados, y con el que se elimina incluso a ciudadanos de
los EEUU, que no han sido condenados por ningún tribunal de ese país.
“En otras palabras, concluye Matlock, dictar lecciones de respeto a la
integridad territorial puede ser vista por el mundo como la pretensión
de los EEUU a tener un derecho especial, que los demás países no
poseen”. Sobre estas declaraciones, hechas por alguien que tiene
conocimiento de causa, la gran prensa mundial guarda silencio.
Según
el subdirector del Instituto Estados Unidos-Canadá, Pavel Zolotariev:
“Cuando terminó la Guerra Fría, el diapasón de las posibles medidas se
amplió, entonces las operaciones para el mantenimiento de la paz se
volvieron ocultas, como sucedió en los Balcanes, esto y las operaciones
contra la posesión de armas atómicas, como las hechas en Irak; también
está Afganistán y la guerra contra el terrorismo. De manera que en la
actualidad, la amplitud de esta medidas es mucho mas grande, pero el fin
es uno sólo, la ampliación de los intereses nacionales de los EEUU que,
como regla general, son situados por encima del derecho internacional, y
así actúan siempre en forma activa”.
Todas
estas operaciones se basan en la más cínicas mentiras, que incluso
llegan al más alto nivel, como cuando el entonces Secretario de Estado
de los EEUU, Colin Powell, blandía en la ONU unos diminutos tubos con
los que demostraba la existencia de armas biológicas, para así
justificar la guerra contra Irak, cuando en realidad intentaban
controlar un países rico en petróleo. Entonces se dio el absurdo de que a
pesar de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no
autorizara la intervención armada y que ni siquiera Francia y Alemania,
los más cercanos aliados de los EEUU, aprobaran esta aventura bélica,
los EEUU se metieron en un berenjenal del que hasta ahora salen.
Luego
vino Libia, donde actualmente reina el caos y cuyo nivel de vida, que
fue el más alto del África, anda por los suelos; más tarde agredieron a
Siria, donde armaron e introdujeron mercenarios de todos los confines
del planeta y como aún así no lograron su objetivo estuvieron al punto
de intervenir directamente. Pero una mal entendida retórica del actual
Secretario de Estado, Jonh Kerry, y una oportuna jugada del ajedrez
político de su homólogo ruso, Lavrov, evitaron una nueva tragedia.
Ahora,
los EEUU trasladaron los líos a Ucrania. La pregunta pertinente es
¿cuál es la línea roja que Rusia no puede admitir? Todo menos que la
OTAN se tome Crimea, meta que los EEUU no ocultan y a la que pretenden
arrastrar a sus socios europeos. Pero juegan con fuego al apoyar el
levantamiento de Maidán, y pueden arder en él, porque el gobierno del
mojiganga de Kiev puede nombrar al que guste para el puesto que se le
antoje, pero los que tienen los garrotes y las kaláshnikov son los
fascistas que ya usaron la violencia para conseguir sus objetivos y no
van a malograr sus fines cediendo gratis el poder a los oligarcas de
turno. Según ellos, llegaron para quedarse, y así van a actuar.
A buena
hora que en Crimea a los fascistas ucranianos les salió el tiro por la
culata y gracias a los grupos de autodefensa crimeanos, al gobierno
espurio de Ucrania le falló el plan de primero apoderarse de Kiev para
luego tomar la península y arrojar la flota rusa de Sebastópol, tal como
pide a gritos Yulia Timoshenko.
El
próximo domingo se efectuará el referéndum que posibilitará la
reincorporación a Rusia de la República Autónoma de Crimea, cuya
importancia estratégica radica en que en Sebastópol está la principal
base de la flota rusa en el Mar Negro. Históricamente, Crimea
pertenece a Rusia y así hubiera seguido sin discusión de no ser por el
malhadado regalo hecho a Ucrania por Nikita Kruchev en 1954. No se sabe
por qué lo hizo, pero lo cierto es que en 1992 en uno de los últimos
decretos del Sóviet Supremo de la URSS se anuló esta sin sentido dádiva
secesionista, pero Kiev insistió en mantenerla bajo su control y tutela
administrativa, en un intento por alejarla de Rusia.
En
1994, en las primeras elecciones libres celebradas en Crimea, fue
electo presidente Yuri Meshkov, quien restauró la Carta Magna del 1992 y
con el apoyo del parlamento de Crimea aprobó la reunificación con
Rusia. Las tensiones entre el gobierno de Crimea y Kiev provocaron la
abolición de la presidencia de Crimea y, desde 1995, el control total de
Ucrania para esta región. Finalmente, el presidente ucraniano Leonid
Kuchma ahogó las aspiraciones de autonomía del pueblo peninsular, al que
puso bajo la égida estricta de Kiev; incluso así, en la inmensa mayoría
de la población de Crimea nunca se diluyó el deseo de independencia o
del retorno a Rusia.
Por
todas estas razones y después de Maidán, el presidente del Parlamento
de Crimea, Vladímir Konstantínov, dice que si Kiev cambia sus
autoridades podría dialogar con ellas, pues “el actual Gobierno carece
de legitimidad, se ha instalado en el poder gracias a pistolas, navajas y
bates”,
y que “no habrá diálogo alguno con Ucrania hasta que se vayan estas
autoridades. Si se celebran elecciones limpias y transparentes, entonces
la República Autónoma de Crimea dialogará con el Gobierno legítimo de
Ucrania. La permanencia de Crimea en este campo político amenaza a sus
ciudadanos no solo con humillaciones y discriminación cultural y étnica
sino también con exterminio físico”. La Ucrania postsoviética “ha
dejado de existir” y “se ha sumido en el caos y en las arbitrariedades”,
por eso llama a votar el próximo 16 de marzo por el ingreso de Crimea a
Rusia, por tratarse de “una oportunidad histórica de volver a casa sin
mudarse”.
Esperemos
que luego de esta votación prime la cordura de todos los actores de
este drama terrorífico sino, como se dijo en un artículo anterior, “nos
vemos en el más allá”.